12/28/2010

¿Feliz año 2011?

“¡Yo tuve un sueño!” Dijo Martin Luther King Jr. en un famoso discurso en el que compartió su sueño de un mundo sin discriminación... “¡Yo tuve una pesadilla!” Les digo a mis lectores, y me gustaría compartirles mi pesadilla de un mundo sin esperanza.

Mi pesadilla se llama Retorno 2012 o Cómo sobrevivir a una invasión de zombis. Hoy es el día que escogí para liberar el virus.

Soy el paciente cero, el foco de infección, y busco infectarlos. Y no sólo eso: mi deseo es que ustedes se infecten e infecten a otros; y que estos otros infecten a otros más… ¡Que la infección crezca hasta convertirse en una verdadera pandemia!  (Risa de científico loco)

Retorno 2012 o Cómo sobrevivir a una invasión de zombis es a la vez sátira y alegoría. Es una ficción “pulp” en su versión más básica. Su premisa es contestar a la pregunta: ¿Cómo sería una verdadera invasión de zombis? Porque las invasiones de zombis a las que estamos acostumbrados son a las de Hollywood, en donde siempre hay una gran corporación o algún virus alienígeno tras la infección y en el que los gringos reaccionan, pues… como gringos. ¿Pero, qué pasaría con una invasión de zombis en un país de Latinoamérica como México? ¿Cómo reaccionarían sus ciudadanos, cómo sus gobernantes?

El libro es mi regalo de Navidad para todos ustedes. Puede ser descargado gratuitamente en la siguiente dirección: www.retorno2012.blogspot.com. El libro lo escribí yo, pero en el diseño gráfico del blog recibí una inapreciable ayuda de mi hija Ana Sofía, que quizá sea la única adolescente del mundo cuyo padre escribe una historia de zombis sin ser escritor.

Como señalo en el blog, lo único que pido a cambio es que disfruten la lectura del libro, que me hagan llegar sus comentarios y que infecten al mayor número de sus amigos y conocidos. Con su ayuda quiero convertir al libro en viral.

Sinceramente, no sé si desearles un Feliz Año Nuevo 2011, ya que se avecina una invasión de zombis. Así que mejor lean el libro y prepárense para enfrentar a los zombis.


12/18/2010

Cambio de rumbo

Hay momentos en la vida en que se requiere hacer un alto. La mayor parte de las veces esa necesidad de detenerse surge por una situación impactante, inusual o trágica: un accidente, la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad grave.

Sin embargo, no siempre es así. La mejor manera de hacer un alto en el camino es cuando tú mismo decides parar. Un buen día te levantas y decides que a partir de ese momento has decidido detenerte. No hay nada que te indique que eso debe de ser así. No hay señales ni signos ni premoniciones ni intuiciones. Simplemente dices: paro, y paras.

Ahora bien, ¿por qué parar? ¿Por qué hacer un alto en el camino? Necesitas parar para cambiar. Un cambio de rumbo se hace necesario en determinadas etapas de nuestras vidas.

Un cambio de rumbo solamente, porque es imposible detenerse por completo. Simplemente no puedes decir “hasta aquí llego” y pretender que con eso todo lo demás se detendrá contigo. Porque la vida no se detiene. Tú haces un alto, pero la vida te rebasa y arrastra consigo todo lo demás.

Así que me he detenido, momentáneamente. Apenas he tenido tiempo de reflexionar, ya que siento cómo la vida me empuja con toda su fuerza por la espalda, exigiéndome avanzar, proseguir mi camino.

No es la primera vez que cambio de rumbo, ni creo que sea la última vez que lo haga. Este blog de Crónicas Profanas es un testigo confiable de ello.

Inicié Crónicas Profanas en octubre 2006, alentado por mi amigo Luis. En un principio me resistí a iniciar un blog, ya que sabía que mantenerlo me iba a quitar tiempo. ¿Tiempo para qué? Tiempo para escribir.

Me gusta mucho escribir, casi tanto como leer. Sin embargo, no me gusta escribir por escribir; lo que me gusta es contar historias. Todo lo que escribo, incluso cuando escribo poesía, cuenta una historia.

Sin embargo, el contar historias no es tarea fácil. Primero hay que encontrar la historia (o dejar que ésta te encuentre) y escribirla, narrarla.

Allá por septiembre de 2006 sentí que la veta de historias que había encontrado se había agotado. Seguía encontrando historias, pero estas eran simples fragmentos que no acababan de formar un todo.

Así que empecé con el blog de Crónicas Profanas. En éste, más que contar historias, intentaba hacer llegar mi punto de vista a personas desconocidas. Sabía que yo no tenía siempre la razón o que mi manera de ver las cosas pudiera ser entendida o comprendida por gente a la que no había visto nunca.

Pero aún así seguí adelante. Si se toman la molestia de ver los archivos, se darán cuenta de los cambios de rumbo que he efectuado en los últimos cuatro años. Llama la atención los años 2008 y 2009, donde sólo hubo dos y tres tres mensajes míos, respectivamente. ¿Por qué? Porque consideraba que no tenía nada qué decir. Y cuando no tengo nada que decir, me callo.

A partir de abril de 2010 sentí que tenía muchas cosas qué decir, así que se nota un cambio importante. Las entradas al blog se hicieron rutinarias, dos o hasta tres veces por semana.

Y llegó noviembre. Y con noviembre un reto: completar 50,000 palabras en 30 días.

Lo que al principio comenzó como un juego, pronto se convirtió en una veta de historias. Había empezado a cavar en busca de historias, pero estaba cavando en el lugar equivocado.

Junté mis 50,000 palabras en 28 días y le seguí. El resultado “Retorno 2012 o Cómo sobrevivir a una invasión de zombis” estará disponible para todos a más tardar el 28 de diciembre próximo. Estoy trabajando actualmente en el blog donde podrán encontrar la historia más terrorífica, emocionante y delirante que se haya escrito desde la invención de la imprenta. 

Aprendí tanto en el proceso de mi ficción "pulp" (porque eso es mi novela), que nuevamente me puse en contacto con historias que puedo contar.

Así que a partir de ahora voy de nuevo a convertirme en un contador de historias. No voy a abandonar Crónicas Profanas, pero éstas serán más escasas. Sin embargo, que sean escasas no significan que dejen de ser interesantes, ya que pienso que esto es lo menos que puedo ofrecerles a aquellos pocos lectores que me han seguido regularmente durante estos cuatro años.

Esta no es una despedida, es un cambio de rumbo.

El cronista vuelve a ser narrador.

Mantendré el contacto.

12/07/2010

Tierra de zombis

En un inicio pensé en titular el presente post “Trabajo en proceso V”, pero con ello me arriesgaba a seguir perdiendo lectores potenciales.

En Cambio, Tierra de zombis es un título más adecuado, tanto para consignar mis avances (como lo había prometido a mis lectores incondicionales) como para comentar un aspecto interesante, algo más propio de estas Crónicas Profanas.

Con respecto al libro, mi meta de las 50,000 palabras quedó atrás. La alcancé a las cinco y treinta de la tarde del día 28 de noviembre, dos días antes de que se cumpliera el plazo.

Sin embargo, aunque conseguí acumular las 50,000 palabras, no conseguí terminar con la historia. Este hecho me sorprendió, ya que consideré en un principio que 50,000 palabras serían más que suficientes para contar una historia de zombis.

Y si había pensado las cosas de esa manera es por un hecho irrefutable, que se comenta en el libro: comparados con otras criaturas fantásticas —como los vampiros o los hombres lobo— los zombis son una nulidad: son torpes, lentos y estúpidos.

Sin embargo, ni todos los vampiros y hombres lobo juntos representan tanto peligro para los seres humanos como los zombis.

Así que construir una historia con zombis fue todo un reto. Fue necesario imaginar una nueva forma del proceso de conversión a zombi y el crear una sub-trama que sirviera para sostener la narración.

Aquello que en las primeras tres semanas frenéticas de acumulación de palabras me pareció una simple acumulación de basura era, por el contrario, el cimiento desde el cual la narración encontró su punto de apoyo y saltó hasta la estratósfera.

Conforme avanzaba, los caracteres cobraban forma, la trama se complicaba y surgía por fin la historia, que empezó a acelerar su ritmo hasta llegar a límites delirantes.

El resultado hasta estos momentos (en los que estoy terminando el penúltimo capítulo) es el que busqué desde un principio: Retorno 2012 o Cómo sobrevivir a una invasión de zombis es una película de clase B literaria.

La novela es divertida, estrafalaria, irreverente, delirante y cutre. Hay acción, misterio, terror, sangre, romance, sexo y zombis, políticos, narcos, sicarios, policías, espías.

Estoy por terminar la novela y me espera la tarea más dura. Falta la revisión y el montaje final.

Mi nueva fecha límite es el próximo día 28 de diciembre, cuando la novela la pondré a disposición de todos. Así que pronto tendrán noticias frescas.

Por otro lado, el hecho interesante que quería comentar es el siguiente: en todo este tiempo en el que he estado inmerso en tierra de zombis he perdido contacto con el mundo exterior, cotidiano.

Prácticamente no he leído periódicos ni visto o escuchado noticieros. Y, ¿saben qué? El mundo se tranquilizó.

Con esto quiero decir que el mundo se hizo un lugar más amable, las personas más humanas y el ambiente pareció deshacerse de la esencia del miedo.

Sabía que allá afuera, mientras yo luchaba con zombis, otros luchaban con narcos o con extorsiones o con secuestros o con robos o con accidentes o con desastres naturales o provocados.

Lo sabía pero no tenía miedo, porque me había quitado de encima esas anteojeras que nos ponen los medios de comunicación, los cuales nos obligan a ver al mundo de una manera concentrada, miope.

No estoy diciendo con esto que debemos centrarnos en nosotros mismos e ignorar lo que sucede a nuestro alrededor. Existen cosas malas o feas que suceden todos los días.

Pero los malditos medios nos presentan esas cosas malas o feas como si la realidad estuviera hecha exclusivamente de ellas, lo cual es una enorme falsedad.

Una vez que termine de escribir y publicar la novela en Internet voy a pensar muy seriamente si seguiré cayendo en el juego del miedo de los medios o mejor me preparo para la próxima invasión zombi que tendrá lugar en abril 2011.

Y tú, ¿estás preparado? 

11/27/2010

Trabajo en proceso IV

Faltan cuatro días para que den las 12 de la noche del 30 de noviembre y se cumpla el plazo de escribir una novela de 50,000 palabras.

Al día de hoy, sábado 27 de noviembre, llevo escritas 48,123 palabras, por lo cual sólo me restan 1,887 palabras más, las cuales espero terminar de escribir a más tardar el día de mañana.

En otras palabras, voy a terminar dos días antes del plazo que me había propuesto. Pero eso no es todo: mi novela va a rebasar la cifra de 50,000 palabras.

Hace una semana, me sentía desanimado. Tenía un faltante de casi 6,000 palabras y me parecía que no valía la pena seguir acumulando basura. Constantemente me topaba con callejones sin salida en la narración de los que me parecía imposible salir. Pensé más de una vez abandonar tan absurdo proyecto.

Pero entonces sucedió una cosa curiosa: me encontré con la historia. Esto es, aquella basura de palabras que había venido acumulando durante dos semanas por fin encontró un sentido. Desde ese momento, la narración avanzó hacia delante, incontrolable; los personajes principales adquirieron peso, forma, profundidad; la historia sentó sus bases y pude a partir de ahí empezar a escribir ya no una simple novela-basura, sino una novela, a secas.

¡Por supuesto que la novela aún contiene elementos absurdos, inconsistencias y errores varios!, no ha habido tiempo de revisar lo escrito, de pulir el estilo. Retorno 2012 es como una de esas canciones de blues sin adornos, básica, con sólo una guitarra y la voz.

Es una novela pulp en su esencia más básica: cruda, absurda, delirante. No aspira a ganar ningún premio literario, ni siquiera a considerarse literatura.

Retorno 2012 cuenta una historia cuyo único propósito es divertir, entretener.

48,123 palabras, 117 páginas, 12 capítulos y aún está en proceso. Porque no voy a acabar el día de mañana, cuando sólo terminaría de completar las 50,000 palabras.

No sé cuánto más se alargará la novela, porque ya dejé de pensar sólo en el número de palabras y he pasado a pensar en la historia.

Cuando la termine, la subiré a Internet para que todo el que la quiera leer pueda hacerlo.

Entonces es cuando podré darme cuenta de si realmente valió la pena el esfuerzo.

Yo creo que sí. Les toca a ustedes, mis lectores, refutarme.

11/20/2010

Trabajo en proceso III

Bueno, según el calendario, al día de hoy debería de llevar 33,333 palabras y calculo que llevo un atraso de unas 5,000 palabras. Como lo señalé en el post anterior, esto de acumular palabras no es lo mío.

Los motivos del atraso que llevo son varios. En primer lugar, está el hecho que soy un empleado y debo cumplir con mi trabajo. Además, como dice el refrán: el horno no está para bollos. No puedo ir con el Director de la empresa y decirle “Ya no me den más trabajo. Estoy escribiendo una novela de zombis y por estar realizando mis funciones aquí ya tengo un atraso de 5,000 palabras.”

Otra de las razones del atraso se deriva de la anterior. Desde principios de los noventa del siglo pasado he utilizado computadoras para realizar mi trabajo. Cerca del 90% de mi tiempo de trabajo lo paso ante un monitor de computadora. Aunque esta forma de trabajo tiene sus ventajas (acceso directo a Internet, comunicación instantánea, incremento de la productividad, etc.) la realidad es que cansa mucho la vista.

Así que cuando llego a la casa dispuesto a avanzar en mi extraordinaria aventura de zombis me encuentro con que simplemente no deseo pasar más tiempo delante de un monitor.

Entonces, ¿por qué no escribo a mano?

Debo de confesar que me fascina escribir a mano. Mis mejores escritos han resultado de esta forma de escribir. Además, el escribir a mano te permite involucrarte más en la narración, da mayor espacio a la reflexión y te hace consciente de que estás escribiendo, cosa que paradójicamente no sucede frente a una computadora.

El problema de escribir a mano es que es un proceso más lento y lo que yo necesito en estos momentos es rapidez: si quieres escribir una novela de 50,000 palabras en sólo treinta días necesitas ser rápido.

En un principio, como ya lo comenté en post anteriores, la rapidez me molestó. Sentía que no sólo acumulaba palabras sin sentido, sino que estaba acumulando de basura.

He estado a punto de abandonar este absurdo proyecto en más de una ocasión. Sin embargo, poco a poco he llegado a comprender que la acumulación de basura no tiene que ser por fuerza algo malo.

Retorno 2012, mi novela-basura que hace la crónica de la invasión de zombis a México que tendrá lugar en los próximo dos años, realmente está resultando muy divertida.

En mi ansia por hacer una novela realista de un tema tan fantasioso, he tomado todos los miedos del México actual, los he mezclado con el ambiente de “sospechosismo” propio de los mexicanos y las teorías conspirativas y los he vertido en la narración.

En este momento del proyecto, he metido a los gringos al enjuague y Margarita Zavala, nuestra Primera Dama, vaga por las calles del centro del Distrito federal convertida en zombi, atacando asilos de ancianos.

Créanme, la historia está bastante loca y divertida.

Vuelvo a invitar a todos aquellos que deseen conocer cómo va la historia de Retorno 2012 que me escriban a jaimegyg@gmail.com para que les mande el primer capítulo.

Hasta ahora sólo he recibido una petición.

Recuerden, leer Retorno 2012 no sólo cuestión de entretenimiento: les puede salvar la vida cuando se presente la invasión.

Ustedes deciden. 

11/13/2010

Trabajo en proceso II

Bueno, pues aquí estoy de nuevo, en mi segunda semana de escritura de mi novela- basura Retorno 2012.

¿Qué les puedo decir? Primero que nada, eso de acumular 1,667 palabras por día y escribir “al vuelo” no es mi fuerte. Estoy escribiendo de una manera completamente distinta a lo que estoy acostumbrado.

Durante algún tiempo, allá por los años veinte del siglo pasado, entre los escritores  empezó a surgir una idea que en ese momento se consideró revolucionaria: abandonar la rigidez de una construcción rígida de la novela para dar paso a lo que se llamó la “escritura automática”, tan cara para los surrealistas.

El propósito principal era “liberar” a la escritura de sus cadenas para dar paso a una narración lírica y lúdica al mismo tiempo, que no estuviera sujeta a convencionalismos estéticos tan banales como, por ejemplo, los signos de puntuación.

El resultado de ésta experimentación (que se extendió hasta finales de los años sesenta del siglo pasado y que también afectó al cine) fue, salvo contadas excepciones, un rotundo fracaso: en vez de tener novelas cuyo lirismo se tradujera en una nueva y renovada expresión estética, se tenían novelas en las cuales la ausencia de trama y la insipidez de los caracteres evidenciaban los esfuerzos del escritor por conseguir un efecto liberador. En otras palabras, el escritor se sobreponía a la novela.

Lo que ignoraban (o simplemente, evitaban) aquellos escritores “experimentales” es el hecho, en apariencia paradójico, de que entre más rígida sea la construcción de la novela, más libertad tiene la narración. La presencia del escritor, su esfuerzo por narrar, simplemente pasa desapercibida.

El resultado final es una novela de esas que disfrutamos como si fuera la vida misma: Guerra y Paz, de Tolstoi; La montaña mágica, de Thomas Mann, son sólo dos ejemplos de ello.

Durante las dos últimas semanas he estado escribiendo sin tener un marco de referencia rígido, lo cual ha ocasionado que llegue a verdaderos callejones sin salida, de los cuales sólo he podido escapar a base de clichés y lugares comunes.

¡Si vieran la sarta de tonterías que he escrito! Ahora me explico el por qué la mayoría de los periodistas que escriben artículos de opinión diariamente en los periódicos tienen un nivel tan pobre de expresión.

Otra cosa que me he dado cuenta en estas dos semanas de acumular palabras (al día de hoy tengo un faltante de 3,025 palabras) es de que, o bien no tengo seguidores en mi blog, o a todos mis seguidores mi novela-basura les importa un comino.

Para salir de dudas los vuelvo a invitar a que me manden un correo a jaimegyg@gmail.com  para mandarles a su vez el primer capítulo de Retorno 2012.

Créanme, sus comentarios me pueden ayudar bastante. Ahora mismo he decidido aprovechar el “puente” para cambiar de estrategia y conseguir que para el 30 de noviembre de 2010 la crónica de la invasión de los zombis a México esté terminada.

11/06/2010

Trabajo en proceso I

Bueno, pues aquí estoy: 1,392 palabras por debajo de mi cuota de 1,667 palabras por día, durante cada uno de los treinta días de noviembre, hasta juntar las 50,000 que formarían el cuerpo de mi novela.

Claro que no se trata sólo de acumular palabras. De haber sido así, seguiría el sistema de Jack Torrance en The Shining, de Stephen King. ¿Lo recuerdan? Sólo tendría que repetir la misma frase página tras página hasta conseguir mis 50,000 palabras.

Pero no, me propuse terminar una novela de 50,000 palabras que fuera coherente y que, sobre todo, no fuera únicamente basura.

Con eso en mente, realicé un apresurado borrador en el que utilicé uno de los consejos que daban los del National Novel Writing Month: “mantén bajas tus expectativas”.

¿Y qué mejor manera de mantener bajas mis expectativas —me dije— que escribir una historia de monstruos? Así que aquí me tienen, escribiendo una novela de zombis.

Ahora sé que no fue una decisión sensata, ya que, como nunca he creído ni me he interesado por los zombis (ni por los vampiros ni por los hombres lobo ni por los fantasmas) resulta que no sé nada de zombis. Fuera de algunas referencias externas, todo lo que pongo de zombis en mi novela me lo he tenido que inventar.

Empecé a escribir mi novela el lunes pasado con muy poca fortuna, ya que me agripé el viernes y el domingo tuve que asistir a un evento relacionado con mi trabajo. Así que el lunes me sentía como… zombi.

Pero empecé a escribir y a escribir y a escribir. Aprovechaba cada tiempo muerto en mi trabajo para adelantar unas líneas y llegado a la casa le seguía. Sin embargo, no me dediqué de lleno a la tarea, ya que me había propuesto no abandonar mis actividades cotidianas por completo. Así que también leí un poco y pasé un rato con mi familia.

Los primeros cuatro días cumplí con mi cuota de 1,667 palabras, pero ya para el jueves empecé a retrasarme un poco. El problema es que estaba escribiendo con un método por completo opuesto a mi método de escritura habitual.

Cuando escribo un cuento, por ejemplo, hay todo un proceso de reflexión antes de ponerme a escribir un borrador, el cual cuenta con todos los elementos (principio, medio y final) y una descripción general de cada escena involucrada.

Aquí no había nada de eso. El borrador que había hecho sólo me servía como una guía muy pobre, como si estuviera en Moscú tratando de interpretar un mapa de la ciudad con caracteres en alfabeto cirílico.

Lo peor de todo es que conforme avanzaba me estaba dando cuenta de que no estaba escribiendo sino basura, ya que no había tiempo para efectuar una corrección, ni de estilo ni de forma.

Pero esto no me frustró. Al contrario, sentí una especie de placer culpable al estar escribiendo sin una guía, sin rumbo, sin un destino determinado.

Avanzaba igual que los personajes del libro: a tientas. Cuando parecía que había llegado a un callejón sin salida, el deseo de seguir avanzando, de contabilizar palabras, me permitía vislumbrar una brecha en la trama y por ahí me lanzaba.

Así, voy creando conforme avanzo. La narración hasta el momento (estoy por terminar el segundo capítulo) yo la considero basura, aunque me queda la esperanza de que pueda ser reciclable. Además, puede ser cualquier cosa menos aburrida. Está tan llena de clichés y de lugares comunes que resulta muy divertida

Como lo mencioné en el aviso de la semana pasada, quiero que estas crónicas sean también interactivas. Así que, quienes se interesen en conocer mis avances, sólo tienen que mandarme un correo a jaimegyg@gmail.com y yo les mandaré el primer capítulo de Retorno 2012.

Pueden hacer las críticas que deseen o proponer alternativas.

Todo se vale en un país invadido por zombis.

Nos vemos aquí el próximo día 13 para seguir comentando.

10/29/2010

Aviso importante

Aviso para todos los lectores frecuentes de estas Crónicas Profanas: Durante el mes de noviembre es posible que se publiquen un menor número de post o ninguno. ¿La razón? Voy a ponerme a escribir una novela de 175 páginas (50,000 palabras) en Noviembre. Sólo tengo treinta días para terminar la novela.

Por supuesto, la idea no es mía (nunca se me ocurriría escribir una novela bajo esas reglas), sino de los gringos, que tienen un concurso llamado “National Novel Writing Month” en el que las únicas reglas son las dos mencionadas.

Cuando leí sobre el concurso me atrajo la idea subyacente: está dirigido a todos aquellos que quieren escribir una novela, pero que no lo hacen por el temor al tiempo y esfuerzo que demanda. Dada la limitada “ventana” de escritura, lo único que interesa en el NaNoWriMO (así le llaman) es el resultado. Todo es acerca de cantidad, no de calidad.

Sus organizadores afirman que el acercamiento kamikaze te fuerza a bajar tus expectativas, tomar riesgos y escribir al vuelo. También previenen a los concursantes: van a escribir un montón de basura. Pero, dicen, eso no es algo malo: al forzarse a escribir tan intensamente, los escritores se van a dar a sí mismos permiso para cometer errores, evitar la revisión y la edición continuas. Lo que interesa es crear.

Aquí no hay premios en dinero ni primeros lugares. Sólo mandas tu novela terminada antes de la medianoche del 30 de noviembre y unos contadores de palabras automáticos darán por bueno el resultado si cumpliste con la meta de 50,000 palabras.

Según informan, en el concurso de 2009 tuvieron 165,000 participantes, de los cuales solo 30,000 lograron cumplir la meta. Y concluyen: “Ellos empezaron el mes como mecánicos de autos, actores sin trabajo y profesores de inglés de enseñanza media; siguieron adelante como novelistas”.

Yo sé que muchos dirán que ese tipo de concursos no fomentan la calidad sino la cantidad, o preguntarán: ¿qué gracia tiene escribir cincuenta mil palabras de pura basura?

Pensemos en los números: 165,000 participantes en 2009; 30,000 “ganaron” el concurso. Ahora bien, consideremos que de esos 30,000 que lograron escribir su novela de 50,000 palabras en un mes, un 98% de ellos escribieron basura y que sólo un 2% escribieron una novela con algún mérito literario.

Eso nos deja con 600 novelistas potenciales. Una vez más, consideremos que sólo un 2% de esos novelistas potenciales se lanzan a convertirse en novelistas profesionales. Entonces tenemos a 12 novelistas que pueden contribuir al mercado editorial, ganar dinero con ello y fomentar la cultura y la economía.

Aquí en México todos se la pasan quejando que el país no avanza, que el gobierno tiene la culpa, que si los narcos, que si esto, que si lo otro. Pregunto: ¿por qué no hacemos un concurso igual aquí en México?

¿Cuántos “ninis” (personas que ni estudian ni trabajan) de los 5’000,000 que se calcula hay actualmente en México, resultarían beneficiados con este tipo de concursos? Recuerden: no hay premios, no hay jurados, no hay “menciones honoríficas”. Sólo se trata de demostrarse a uno mismo de que se es capaz de escribir una novela de 175 páginas/50,000 palabras en treinta días.

A mí lo que me atrajo del concurso es el reto que significa. Escribir un mínimo de 1,667 palabras al día durante 30 días consecutivos implica disciplina. Hay que encontrar el tiempo para escribir mientras se realizan las labores cotidianas.

No pienso dejar de trabajar, ni de leer, ni de abandonar a mi familia mientras escribo mi novela, de la cual tengo que escribir al menos 1,667 palabras cada día durante el mes de noviembre.

Por supuesto, a como soy, no me permitiré escribir “basura”, aunque este es un término muy relativo. Las librerías están llenas de libros “basura”, muchos de los cuales son muy apreciados por las personas. No me detendré aquí a mencionar ejemplos pero, créanme, son muy numerosos.

Llegado a este punto se me ocurre lo siguiente: aún y cuando no pienso mandar mi novela al concurso, cada viernes de noviembre voy a colocar un post en estas crónicas intitulado: Trabajo en proceso (de pasada: así pensaba llamar James Joyce a su Finnegan’s Wake) en donde voy a dar cuenta de mis progresos.

Esto me va a dar la oportunidad de no perder el contacto con esos pocos (pero inteligentes) lectores regulares de Crónicas Profanas. Por supuesto, si me quieren hacer comentarios de aliento o de crítica, el asunto va a estar mucho mejor.

Me enteré del concurso el pasado día 11 en la revista Wired. Tardé algunos días en decidirme a aceptar el reto, así que apenas acabo de completar la idea general y una parte del borrador, el cual tiene que estar concluido para este domingo.

Para empezar a calentar motores, en este momento voy a compartir con ustedes la idea general de la novela que pienso escribir (lo cual es parte esencial del trabajo en proceso).

Aclaro: Lo que leerán a continuación tiene el mismo espíritu que el concurso NaNoWriMO. Fue escrito en muy poco tiempo y de manera casi automática. Así que es posible que cambie alguno de los puntos señalados, pero en esencia quedará igual. (Si quieren hacer algún comentario, será bienvenido). Además, lo único que quiero es divertirme.

Título provisional: RETORNO 2012.
Idea general: ¿Qué es lo único que le falta a nuestro convulsionado México? Respuesta: una invasión de zombis. El libro trata la crónica de la invasión de zombis de los últimos meses de 2011 y principios de 2012, cuando el país estuvo a punto de desaparecer, en Julio 2012, en el que hordas de zombis confluyeron a la capital de la República para elegir a su líder.
Los zombis mexicanos son los seres más terroríficos que puedan existir, ya que son producto de un virus mutante creado por narcotraficantes.
¿Cómo pudieron un puñado de valerosos mexicanos acabar con la amenaza zombi? Ese es el tema del libro.
Por supuesto, se trata de una sátira sobre el sistema político mexicano y el narco. Cómo han podido adueñarse del país en su propio provecho y cómo han utilizado las débiles mentes de los mexicanos (y mexicanas) convirtiéndolos en zombis.
El poder por el poder. El dinero por el dinero.
Los retos principales del libro son dos: 1) Presentar un relato ridículo de forma seria y 2) la rapidez, ya que los hechos narrados tendrán lugar en los próximos 21 meses.
Una manera de solventar el segundo de estos retos es el de enfocarse en la invasión zombi más que en los resultados de las elecciones en Edomex o en la próxima elección presidencial, por lo cual el inicio del relato puede situarse a finales de 2011 o en mayo o junio 2012. No es necesario explicar cómo sucedieron las elecciones ni su resultado. El contagio y la propagación del virus mutante es lo más importante, ya que será una metáfora de lo que ocurre actualmente.
Los héroes del libro serán ciudadanos comunes. No serán los típicos periodistas, profesores, campesinos o algunos de los otros héroes populares, ya que éstos formarán (junto con los empresarios) el grueso del ejército de zombis. El 90% de la población mexicana será zombi para el 2012. Por supuesto, habrán varias modalidades de zombis (no se podía esperar otra cosa de México) cuyos grados de fuerza, maldad o inteligencia varían.
Otro punto de vista interesante será el comportamiento que mostraron los gringos ante la invasión zombi mexicana. Toda la hipocresía y el doble discurso gringo saldrán a la luz.
Aunque el estilo del libro será el de una crónica seria, el trasfondo será cutre. Es una especie de película de El Santo literaria. Por supuesto, habrá muchos personajes reales en el libro, en especial políticos, empresarios y comunicadores.
Hay dos posibles puntos de partida: 1) Iniciar la acción a pocos meses de que tenga lugar la elección del líder supremo zombi, 2) Iniciar el relato cuando se lleva a cabo el primer contagio (paciente cero).
Creo que la mejor entrada (es una intuición) sería durante la posada navideña 2011 en palacio de Gobierno, donde uno de los de “la resistencia” se cuela en la fiesta para encontrarse con un contacto secreto (no infectado) que lo llevará a donde se oculta el doctor Chilinski, quién parece haber encontrado un antídoto para el mal de los zombis…

Hasta aquí con el resumen del proyecto. Una segunda intención para presentarlo en estas crónicas es para tener otra presión adicional: no quiero quedar mal con mis lectores.

Como ven, me espera un trabajo agotador y muy divertido. Repito: cualquier comentario o idea será bienvenida. Siempre he querido hacer de este blog un sitio interactivo, donde los lectores formen parte integral de éste.

Así que, nos vemos en estas Crónicas Profanas hasta el próximo día 6 de noviembre.

Hablaremos de zombis.





10/26/2010

Un encantador mojado

En el mundo del show businnes norteamericano, uno de los mayores anhelos de todo artista es presentarse en Europa, sobre todo en Inglaterra. Hay cierta fijación chovinista de los gringos por ser admirados en el lugar que muchos consideran “la madre patria”, aunque no tenga nada que ver con su origen personal: eres una estrella gringa, debes visitar Inglaterra; ese es el axioma que siguen los artistas o sus representantes.

Uno de los mejores escaparates que tienen estas “estrellas” son los programas de la BBC, que mantiene altos estándares de calidad televisiva y radiofónica. Los más solicitados son programas de variedades, como The Graham Norton Show, que es conducido por el comediante Graham Norton, cuyas peculiaridades son las de ser irlandés y gay. (Cualquier parecido con Oscar Wilde es por completo accidental).

En lo personal disfruto mucho con las ocurrencias de Graham Norton. Veo regularmente su programa (jueves a las 10:00 P.M. por BBC Entretainment) y en éste han desfilado un gran número de artistas gringos y europeos.

Pues bien, una de las últimas estrellas que tuvo su aparición en el show de Graham Norton fue César Millán, “el encantador de perros”. (Dado que los programas de la BBC los pasan diferidos en México, con semanas o meses de diferencia, la presentación de César Millán la pasarán el próximo jueves 28 de octubre. Si pueden, vean el programa).

Todo el mundo conoce a César Millán. Se dedica a entrenar perros (le dicen psicólogo de perros), tiene una clínica de rehabilitación de perros en California, ha escrito dos libros y su programa Dog Whisperer que se exhibe en el National Geographic Channel, Animal Planet Latinoamérica, BIO, Foxtel Channel (Australia) y Cadena Cuatro (España) lleva cinco exitosas temporadas.

Lo más interesante de César Millán no es lo que se dice de él, sino lo que se calla. Lo que se dice de él es que es originario de Mazatlán, Sinaloa, que llegó a los Estados Unidos a mediados de los años noventa del siglo pasado, que vive en California con su esposa y dos hijos y que realmente tiene un don para comunicarse con los perros.

Además de su exitoso programa, recientemente se dio a conocer que César Millán tiene un proyecto multimillonario junto con Jada Pinkett Smith, la esposa del actor Will Smith, para construir un enorme parque de diversiones para perros. (Sí, solo en California).

Lo que se calla de César Millán es que ingresó a los Estados Unidos de manera ilegal. Atravesó el Río Bravo a nado y se puso a trabajar (sin papeles) como peluquero de perros. Después puso un refugio para rehabilitación de perros y de ahí pasó a la televisión.

Y ahí lo tenemos, en la cúspide de la fama. Habiendo conquistado los Estados Unidos se va a una gira europea y se presenta nada menos que en Londres, Inglaterra, como toda estrella de Hollywood que se precie de serlo.

¿En qué momento de este proceso César Millán obtuvo su calidad de inmigrante legal? No lo sabemos. Lo único que está claro es que para hacer lo que hace actualmente, su estatus migratorio ya no es ilegal.

Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿en qué difiere César Millán de aquellos miles de sus compatriotas que cruzan ilegalmente la frontera cada año y que sufren persecuciones, humillaciones y maltratos, además de ser culpados de los problemas económicos por los que atraviesan los Estados Unidos? (Aún y cuando durante los dos últimos años se ha visto una reducción en la cantidad de inmigrantes ilegales —debido a la recesión en los EUA y a la recientemente autorizada “Ley Arizona”— ésta no se ha detenido. Cada día cientos de personas atraviesan la frontera de manera ilegal).

Que yo sepa, César Millán no tiene estudios superiores. De pequeño pasó la mayor parte de su infancia en el rancho de su abuelo en Mazatlán, donde se cuidaban docenas de vacas. Vivían en una casa de ladrillo y arcilla de sólo cuatro cuartos y sin agua potable. Fue en el rancho de su abuelo donde César empezó a observar el comportamiento de las manadas de perros que lo llevaría en un futuro a especializarse en la rehabilitación de los perros agresivos. Fuera de observar perros, uno de los primeros trabajos de César fue en la tienda de verduras de su abuelo.

Así que cuando cruzó la frontera de manera ilegal, César Millán llevaba un bagaje cultural y socioeconómico muy similar a los de la mayoría de los indocumentados que emigran cada año a los EUA.

Físicamente, César Millán tampoco difiere gran cosa de otros indocumentados. No posee rasgos indígenas tan marcados como muchos de sus connacionales (esos rasgos que no le gustan a la gente estúpida) pero su piel es morena y es bajo de estatura.

Definitivamente, César Millán aprendió bien el inglés. Lo habla fluidamente y su acento no es muy marcado. Sin embargo, muchos de los indocumentados mexicanos también son bilingües o trilingües, aunque muchos de ellos no dominen el inglés como César.

Aquellos a quienes se les haga extraño que comente que hay muchos indocumentados mexicanos bilingües (o trilingües) que no dominan el inglés deben de recordar que muchos de ellos pertenecen a alguna de las cientos de etnias indígenas que hay en México. Millones de mexicanos que hablan español también hablan su lengua materna, ya sea otomí, zapoteca, mixteca, maya o las cientos de otras lenguas nativas. Además, en muchos casos, dominan varias de éstas. (Irónicamente, los gringos son quizá el único pueblo del planeta que no considera el hablar una segunda lengua como una ventaja cultural).

Así que tenemos que César Millán es un mexicano sin estudios superiores; con una infancia feliz, pero de un nivel socioeconómico bajo; físicamente bajo y de piel morena; que cruzó ilegalmente la frontera, que tuvo algunos trabajos anodinos, aprendió a hablar inglés y…

¡Helo aquí, convertido en tan sólo unos pocos años no sólo en un residente legal, sino en alguien que es conocido en todo el mundo y se presenta en un programa en la BBC de Londres como parte de su gira de estrella!

¿¡Por qué?! ¿Qué hizo César Millán para alcanzar ese “sueño americano” que se les niega a millones de indocumentados de los que no se diferencia significativamente?

La clave la podemos encontrar en la materia de estudio que César Millán encontró de niño en el rancho de su abuelo, misma que supo interpretar y perfeccionar con el paso del tiempo y que no es otra cosa que… los perros.

Aunque hay muchos a los que no les gustan los perros, a la mayoría de la gente les parecen las criaturas más adorables del planeta. Estos mamíferos cuadrúpedos son simpáticos, leales y muy divertidos. Mientras que los gatos (la otra mascota preferida en el planeta y rival del perro hasta en los dibujos animados) hacen su vida de acuerdo a sus necesidades y apetitos, los perros se desviven por sus amos. Para el perro, no hay nada más adorable que su dueño.

Así, aunque millones de gringos desprecian a los mexicanos, “latinos”, negros, judíos, asiáticos y “árabes” (para los gringos, los kurdos, iraníes y afganos son árabes) tienen un gran afecto hacia sus perros. Tanto, que a veces raya en lo obsceno.

Y César Millán es el hombre. Es el que le susurra a los perros. Es el encantador de perros.

Amable, sonriente, asertivo, César Millán conoce a los perros mejor que nadie. Su secreto es esa cualidad que llevó a nuestros antepasados a construir magníficos templos, exactos calendarios, grandes civilizaciones: la observación.

César observó que los perros no entienden de nacionalidades, de razas, de religiones. Ellos se guían por el territorio, por jerarquías. Y para los perros no hay nada más importante que la manada. César lo sabe y por ello más que rehabilitar perros organiza manadas. Manadas de humanos de las que el perro es uno más de sus integrantes.

Ojalá que César Millán continúe cosechando el éxito tan merecido. Y espero que algún día los gringos acepten esa regla de convivencia tan sencilla que César busca transmitir: que todos seres humanos formamos una sola y gran manada.

10/22/2010

Un asno en 3D

El pasado fin de semana Jackass 3D lideraba la taquilla en los Estados Unidos. No sólo eso, sino que establecía récord como la película con uno de los mejores debuts de fin de semana de todos los tiempos.

Lo más extraño de todo es que la película no tiene trama y está hecha por hombres, para hombres. Se puede decir que Jackass 3D es la más pura “dude flick”, esto es, la verdadera antítesis de las películas hechas por mujeres, para mujeres, y a las que se les conoce como “chick flick”.

Y digo que Jackass 3D es la verdadera antítesis de una “chick flick” porque existen otras películas hechas por hombres, para hombres, que no pueden clasificarse “dude flick” como Jackass 3D. Películas como The expendables o Transformers, aunque están dirigidas hacia el mercado masculino, no alcanzan la “pureza” de esta cinta peculiar.

Antes de proseguir, permítanme un breve paréntesis. En otras ocasiones, estas crónicas se han ocupado de las “chick flicks”. Sin embargo, creo que mis comentarios sobre este tipo de películas han sido mal interpretados. Primero que nada, nunca he afirmado que las “chick flicks” sean películas malas. Al contrario, algunas de éstas películas son verdaderas joyas. Lo que pasa es que están narradas en el lenguaje del sentimiento y, para la mayoría de los hombres, dicho lenguaje está escrito en jeroglíficos. Las mujeres y una minoría de hombres (entre la que me incluyo) son capaces de descifrar esos “jeroglíficos”; para el resto de los hombres —algo así como un 98% de éstos— permanecen ilegibles.

Continuando con Jackass 3D: Lo que más llamó mi atención con esta tercera entrega de la serie fue el tono de la crítica. Aunque parezca increíble, las reseñas no fueron lo negativo que podría esperarse de una película cuyo único mérito es demostrar definitivamente que la estupidez masculina no tiene límite.

Aunque ningún crítico alababa la película (algo imposible de hacer) todos mostraron cierta condescendencia a la hora de reseñar la última aventura de Johnny Knoxville y su pandilla, con la excepción de Dana Stevens, de Slate, que agradecía a Dios el haber dado a luz a una niña y no a un niño.

Entre las cosas que los críticos mencionaron como “atenuantes” estaban la frescura y camaradería que mostraron todos los miembros del reparto; el uso inteligente que se había hecho de la 3D (un crítico aducía que Jackass 3D era la única película que había superado la queja de James Cameron en el sentido de que las películas explotaban más que experimentaban con la tecnología de la tercera dimensión) y el tono surrealista, de rebelión, que trasmitía la película. La más extraña de las críticas fue la de los curadores del Museo de Arte Moderno de NY, que elogiaron “la revuelta de la película contra el falocentrismo y el uso del cuerpo como lienzo para actos de violencia transgresora”. ¿Qué tal?

Otra cosa digna de mención fueron los comentarios de los usuarios de diferentes foros de discusión. Aunque es natural que los comentarios positivos de la película fueran hechos por hombres (uno dijo que eran los $15 dólares mejor gastados que había hecho nunca) —lo que nos da una pista de por qué la película recaudó tanto dinero en su debut— había un número nada despreciable de mujeres que afirmaban que la película les gustó.

¿En serio, mujeres disfrutando con Jackass? ¡El fin está cerca, arrepentíos!

Ni siquiera yo, que estoy más que capacitado para el modo “a ver qué pasa” (ver el post Advertencia: no tomar antes de casarse) y que seguía con gusto las aventuras de Beavis & Butthead en MTV, soy capaz de disfrutar el tipo de bromas de Jackass.

Nunca vi más que algunos minutos de un programa de Jackass. Tampoco he visto ninguna de sus películas y mucho menos espero ver la última en su versión 3D. ¿Tipos golpeándose en los genitales? ¿Arrojándose fluidos corporales unos a otros? ¿Un idiota enfundado en un disfraz manejando un carrito de golf por una empinada pendiente que se estrella contra una pared formada por jarrones de vidrio? No gracias.

Como a todos los hombres, me gusta ver programas como “Destuído en segundos”, videos de persecuciones, carreras de dragsters o de monster trucks y, en general, todo aquello que implique destrucción, accidentes, explosiones o situaciones de peligro.

La diferencia entre este tipo de entretenimiento (no me pregunten el porqué a los hombres nos gustan esas cosas porque no lo sé) y Jackass es que en el primero lo que se muestra son imágenes producto de accidentes o del azar, mientras que en Jackass todo es premeditado: cada golpe en la entrepierna, cada salto desde un trampolín a una piscina llena de algo que cause daño, cada excremento lanzado contra el rostro, cada tope, deslizamiento o caída está pensado de antemano.

Los tipos de Jackass (todos ellos en sus treintas) no están en el modo “a ver qué pasa”, porque saben perfectamente qué pasa cuando te arrojas desnudo desde un segundo piso a un contenedor de basura lleno de pelotas de golf: un dolor muy fuerte.

Así que ver a un grupo de treintañeros con tendencias suicidas y/o sadomasoquistas con cerebros de preescolares no es un gracioso. Es patético.

Entonces, ¿qué explica el que algunas mujeres hayan dicho que les gustó Jackass 3D?

No lo sé. Quizá alguna de las lectoras de estas crónicas pueda responder a ello. Cualquier comentario que arroje luz sobre el asunto será bienvenido.

10/19/2010

¡Quiero creer!

I want to believe”. Así rezaba el poster que el agente Fox Mulder tenía en su oficina. Por supuesto, no se podía esperar otra cosa de un agente del FBI que se gastaba el dinero de los contribuyentes investigando a extraterrestres, fantasmas o chupacabras en vez de usar ese dinero para ayudar a atrapar a defraudadores, asesinos o ladrones. 

Aún y cuando los tiempos de los X-Files ya quedaron atrás y el agente especial Mulder fue despedido por incompetente cuando intentó engañar a sus superiores, exhibiendo ante ellos un plato de pasta italiana a medio comer como prueba irrefutable de que hay extraterrestres que comen carbohidratos (lo cual, según él, explicaba la conocida obsesión de los OVNIS por los cultivos de trigo) el mensaje de aquél poster está más vigente que nunca. 

La gente quiere creer; quieren quitarse de encima esa realidad cotidiana que amenaza con volverlos locos. Por eso están dispuestos a todo. Hasta dejarse engañar. 

En ningún otro lugar esto es más patente que en la televisión. Es por este medio electrónico que personas sin escrúpulos se aprovechan de ese deseo insano de la gente por creer. 

Los ejemplos abundan, pero los peores los encontramos en los comerciales de productos para bajar de peso, medicinales y de cosmética. Si no fuera porque están diseñados para incautos hasta resultarían graciosos. 

Empecemos por los productos maravillosos para bajar de peso. Barriendo bajo la alfombra toda evidencia empírica, lo primero que prometen es que para bajar de peso no es necesario dejar de comer, seguir un régimen engorroso ni hacer ejercicio. Basta con que te tomes una píldora o te untes una crema para que empieces a perder peso. ¡Hasta catorce kilos en dos semanas! ¡Hasta dos tallas menos en treinta minutos! 

Ya que atrajeron tu atención con la promesa de que no vas a poner ningún esfuerzo de tu parte, te presentan supuestas experiencias reales de personas que siguieron el tratamiento. No importa que en las fotografías se vea el trabajo de photoshop, o que las fotos que te presentan como el “antes” sean de cuando las modelos estuvieron embarazadas. 

Lo importante son sus vivencias, el relato de cómo sufrían cuando estaban gordas y lo maravilloso que es estar delgadas. Por supuesto, para que no creas que te estén mintiendo, ahí está un actor vistiendo una bata de médico genuina que avala todo lo que dicen las modelos. 

El ejemplo más descarado de charlatanería en cuanto a remedios para bajar de peso es el de un anillo (sí, un anillo) que simplemente tienes que lucir en tu mano para bajar quién sabe cuántos kilos en muy poco tiempo. Aquí tampoco tienes que dejar de comer ni nada tonto por el estilo, sólo colocar el anillo milagroso y listo. (El único tipo de anillo del que se podría decir que sí causa un efecto en el peso corporal, a largo plazo, es el llamado anillo de compromiso. Sin embargo, por lo general el efecto causado en ambos cónyuges es el de un aumento de peso, no una disminución, y no hay ningún sustento científico para considerar al anillo en sí mismo como la causa). 

Por supuesto, no todo el mundo busca el camino más fácil. Hay quienes desean poner de su parte un esfuerzo. Como no podía ser de otra manera, para estas personas activas existen los aparatos de gimnasia. 

Estos vienen en todas las formas y tamaños, aunque por lo general siguen los criterios de diseño que estableció el Marqués de Sade. Porque más que aparatos gimnásticos, parecen aparatos de tortura aunque, eso sí, con acabados de cromo y negro mate. 

Un paréntesis: la gran cantidad de aparatos gimnásticos que anuncian actualmente me lleva a preguntar, ¿qué pasó con aquellos cursos de aerobics tan populares en los años ochentas y noventas del siglo pasado? ¿Por qué ya no se anuncian cursos de pilates, spinning o tantos otros tipos de ejercicio que inundaban la barra de infomerciales? 

¿Acaso la gente ha olvidado que la cuestión del cuidado personal es algo de cada quién, que implica esfuerzos y sacrificio? Al parecer es así: ahora la culpa la tienen los fabricantes de productos chatarra, la mercadotecnia, el gobierno… 

Volviendo al punto: lo extraño de estos aparatos gimnásticos es que ninguno de ellos sirve para ejercitar todo el cuerpo, sino que todos parecen enfocarse únicamente al área torácica. Aparentemente, el tener un vientre plano es el punto culminante de una buena figura. 

No estoy defendiendo aquí aquellas barrigas prominentes que hacen parecer a todos (ellas y ellos) como si estuvieran de ocho meses de embarazo, pero se me hace una exageración el pretender tener un vientre como el llamado “de lavadero”. 

Este vientre “de lavadero” es el último fetiche de la moda masculina. Y los publicistas lo saben. Por eso vemos a los protagonistas masculinos de películas de adolescentes como Crepúsculo quitarse la camisa a la menor provocación, aún y cuando no guarde relación con la trama; o tenemos al idiota ese de la zombiserie de Jersey Shore en MTV que está tan enajenado con su vientre “de lavadero” que lo bautizó como “the situation”. 

¡A duras penas tiene una sinapsis y el tipo se la pasa presumiendo de “the situation”! Según él, las personas lo detienen en la calle para sacarse fotos y pedirle autógrafos, ya que están fascinados con “the situation”. (Aclaración: nunca he visto un programa de Jersey Shore. Lo dicho lo he sabido por comentarios que he oído. Sin embargo, pronto me voy a dedicar a investigar más a fondo lo de los llamados Reality Shows, ya que quiero escribir del tema). 

Por supuesto, también hay muchas personas a las que no les interesa el bajar de peso o mejorar su figura. Lo que realmente les interesa (y preocupa) es su salud. Afortunadamente para ellos, existe una gran oferta de productos “medicinales” que prometen curar cualquier enfermedad. Cualquiera. 

Está demostrado que la estupidez humana no tiene límites. Sin embargo, aún las personas más crédulas tienen un nivel, aunque sea homeopático, de escepticismo. Cuando se trata de su propia salud, éste nivel de escepticismo es un poco más elevado que al decidir comprar un producto reductor de peso o un aparato para abdominales. 

La manera que tienen los charlatanes de salvar este engorroso obstáculo es el de poner la palabra Natural en sus productos. Cuando a una persona le dicen que un producto es natural están dispuestos a tragarse cualquier cosa. Cualquiera. 

Claro, no importa que un volcán activo sea natural o que los dientes de un tiburón sean también naturales: la palabra natural actúa como un ábrete sésamo universal. 

Así tenemos al ¡fabuloso Hongo Rojo Michoacano! (de origen natural, por supuesto) que sirve para curar enfermedades del hígado, riñón, páncreas, corazón, hipertensión, insomnio, diabetes, gastritis, úlceras, hasta caspa! Y como ese hongo michoacano tan bueno tenemos decenas de productos milagro a nuestra disposición, siendo anunciados impunemente ante un auditorio que lo que ansía es creer. 

Alguien me podría decir que las personas tienen todo el derecho del mundo de creer lo que les plazca. A estos les contestaría que tienen razón: que cada quién crea en lo que quiera. 

Pero no me digan que existe un anillo para bajar de peso. Porque, ¿saben qué? No existe.

10/14/2010

El Nobel innoble

No creo en los premios. Aún y cuando me parece correcto premiar a todos aquellos que se destaquen del promedio por medio de su talento y esfuerzo, no coincido con los criterios que se aplican para ello. Así que, más bien que decir “no creo en los premios”, sería más correcto afirmar: no creo en los jurados.

Porque aquellos que conforman los jurados están sesgados en sus decisiones. Por supuesto, no puedo afirmar que esto siempre sea así, pero en la mayor parte de las premiaciones estas no se otorgan al mejor, sino al más apegado a la idiosincrasia de los que otorgan el premio.

Quizás el caso más evidente de ello es el premio Nobel de literatura, que de literatura no tiene nada, sólo el nombre. Hubo un tiempo, ya hace mucho, cuando creí que los máximos escritores eran los que recibían el premio Nobel de literatura, así que me dediqué a leer a los galardonados con el premio.

Pronto me di cuenta que algo no cuadraba. Aún y cuando algunos de ellos sí parecían haber merecido el premio, había otros que simplemente no me explicaba el por qué habían sido premiados (¿Winston Churchill, permio Nobel 1953?). Lo peor de todo era que algunos de mis escritores favoritos (Kafka, Borges, Conrad) no aparecían por ningún lado.

¿Y quién demonios eran los escritores Halldór Laxness, Ivo Andric o Wole Soyinka? ¡Ni en su casa (Islandia, Yugoslavia y Nigeria, respectivamente) los conocen!

Más que un premio de literatura, era un sistema de cuotas: lo que contaba no era lo que escribías, sino en dónde vivías. Lo que es más: no sólo tu nacionalidad, sino cuál era tu postura ideológica.

Porque si te inclinabas hacia la izquierda política, tus posibilidades eran buenas. Pero que no se te ocurriera escribir hacia la derecha, porque estabas fuera.

Pero si todo hubiera sido así de simple, no todo estaría perdido. Después de todo, aún y cuando uno no comparta la postura política de, digamos, Günter Grass, no cabe duda que es un buen escritor.

Pero la cuestión es que la infame Svenska Akademien (Academia sueca) premiaba a algunos escritores mediocres que no aportaban nada a la literatura y dejaba de lado a verdaderos genios literarios (como los ya mencionados Kafka y Borges) que se encontraban entre mis escritores favoritos.

Es por eso que ya desde hace mucho me dejó de importar quién ganara el premio Nobel de literatura… Hasta que el pasado día 7 de octubre se lo concedieron a Mario Vargas Llosa.

Debo de confesar que quedé muy impresionado. ¡Por fin un premio a quien realmente lo merecía! Vargas Llosa es quizá (y que me perdone Carlos Fuentes) el mejor escritor vivo que tiene actualmente Hispanoamérica. Cuenta con algunas de las mejores novelas que se han publicado en los últimos 50 años y sus ensayos son insuperables (a veces prefiero al Vargas Llosa ensayista que al novelista).

Lo más gracioso de todo el asunto fue la reacción que tuvieron los medios e intelectuales de izquierda, los cuales aún piensan que el Nobel de literatura es un premio de ideología que no premia la buena escritura, sino lo que ellos consideran la postura política “correcta”.

Aquí en México la reacción fue igual. Fueron muy pocos los intelectuales a lo que agradó que Vargas Llosa se llevara el premio Nobel de literatura. La mayoría (aquellos que aún se deshacen de halagos a la mediocridad del fallecido Carlos Monsiváis) prefirieron guardar  un rencoroso silencio.

Uno de los pocos intelectuales de izquierda que comentaron favorablemente la elección de Vargas Llosa por la Academia sueca fue José Woldenberg. Sin embargo, aún así deja ver un resabio de amargura. En el artículo intitulado Vargas Llosa que apareció el día de hoy en el periódico El Norte nos dice: “Se trata de un liberal capaz de defender con elocuencia y maestría la expansión de las libertades individuales frente a la tradición, la iglesia o los resortes conservadores; no así de comprender las garantías sociales que pueden hacer más digna y armónica la vida, por transportar esos mismos valores a la esfera de la conducción de la economía y los problemas sociales” (el énfasis en cursiva es mío).

¿Cuáles son esas “garantías sociales” de la que nos habla Woldenberg? ¿Por qué pregunta el cómo se puede transportar los valores individuales a “la esfera de la conducción de la economía”? (Respuesta corta: no se pueden. Cualquier conducción de la economía implica una restricción a las libertades individuales).

Yo le pregunto a José Wondelberg, ¿y eso a quién le importa?

Lo que realmente importa de Vargas Llosa es responder a las preguntas de si es un buen escritor: ¿Escribe bien? ¿Es capaz de contar una historia? ¿Sus personajes son creíbles? ¿Es un mentiroso de primera? Si las respuestas a estas preguntas son afirmativas, entonces nos encontramos a un digno ganador del Nobel de literatura.

Para alguien como yo (apolítico y a quien le encanta leer) esta reacción de “la izquierda” no sirve mas que para confirmar que el premio Nobel de literatura no es más que un ejercicio innoble por parte de jueces que de literatura no saben nada.

Así que felicidades a Mario Vargas Llosa por ese premio tan bien merecido.

Sólo esperemos que el premio del próximo año no se lo vayan a dar a Miyokulele O´ngu, que no sabe escribir, pero que es capaz de citar a Carlos Marx.