2/24/2007

La cantante calva

Cuando leí en el periódico la noticia de que Britney Spears se había afeitado la cabeza y grabado un tatuaje en la muñeca —una noticia tan interesante para mí como el saber qué desayunó hoy el príncipe Carlos— no me sorprendí en lo absoluto. Después de todo, la calvicie y los tatuajes no son para nada ajenos al mundo de la farándula y esa chica hace ya tiempo que perdió el rumbo.

Sin embargo, lo que sí me llamó la atención fue que la noticia me trajera a la memoria una pieza de teatro de Eugene Ionesco, “La cantante calva”.

Contrario a lo que pudiera pensarse, no fue la calvicie de Britney Spears lo que ocasionó la conexión (eso hubiera sido demasiado obvio) sino la ausencia de una cantante calva en la obra La cantante calva.

Me explicaré. Ionesco pertenece al grupo de dramaturgos (Beckett, Stoppard, Adamov) que escribieron durante los 40’s, 50’s y 60’s del siglo pasado el conjunto de obras conocidas como Teatro del absurdo. Y en este tipo de obras (cuyas tramas de aparente sinsentido, falta de secuencia dramática y diálogos repetitivos recuerdan a los sueños) es usual que nos quedemos “esperando a Godot” o sin ver a una cantante calva, ya que los títulos de las obras muchas veces sólo servían para reforzar el sentido del absurdo de la obra.

Y si algo podía definir la insulsa noticia que leí, ese algo era precisamente el absurdo de convertir una situación trivial en noticia.

Recordemos la nota: Britney Spears llega a una sala de belleza en Tarzana, California y pide que la rapen. La dueña del local le recomendó que no lo hiciera, pero a ella esto no le importó y con su propia mano tomó la afeitadora y empezó a hacerlo por sí misma. El resultado pareció no agradarle nada, ya que terminó un “poco consternada” por lo que había hecho.

Después, Britney Spears tomó un vuelo de Miami a Los Ángeles por American Airlines y para sorpresa de todos los pasajeros, ella se ubicó en la última fila de la clase turista del avión. Cuando llegó a Los Ángeles fue a un salón e tatuajes y se hizo uno en la muñeca. La nota también comentaba que Britney Spears había abandonado un día antes una clínica de rehabilitación.

El absurdo de la noticia es evidente (comentaré algunos detalles más adelante) pero, ¿dónde está la conexión entre la noticia de Britney Spears y la obra La cantante calva de Ionesco que recordé?

Pues en que así como en la obra de Ionesco La cantante calva no hay ninguna cantante calva, en la noticia que leí tampoco había una cantante calva: tan sólo una chica atribulada que se rapó.

Porque Britney Spears siempre ha sido más bien un cuerpo que una voz; un deseo sexual colectivo más que una canción. Esto se puso en evidencia desde su primer hit musical, donde aparecía vestida como una sexy colegiala “cantando” una melodía pegajosa con una voz que recordaba al sonido de un taladro manual con las pilas bajas.

Por supuesto, esto no le importó al público en general —ni a mí en lo particular— que seguíamos aceptando ese ruido con tal de continuar viendo ese cuerpo escultural que día con día iba aligerándose la ropa.

Hasta que un día dado, la “cantante” terminó por desaparecer por completo, dando lugar a una chica muy guapa, con mucho dinero, poco seso y mucho exceso que tropezó, tropezó, tropezó, cayó, cayó, cayó y entró un día a un salón de belleza para raparse.

Algunos detalles que convierten en absurdo un hecho trivial al convertirlo en noticia:

Raparse. ¿Por qué afeitarse la cabeza debe ser noticia? ¡Es sólo cabello, por Dios, y éste vuelve a crecer!

Clase turista. Lo que llevó a Britney Spears a sentarte en la última fila de la clase turista de un avión fue el hecho de que pagó el importe por un pasaje en clase turista. Si ella hubiera pagado el importe en primera clase, ahí se hubiera sentado. (Hay que recordar que el corte de pelo en el salón costaba veinte dólares, según la nota. Si a eso le sumamos el importe de los taxis y el plan de hacerse un tatuaje en la muñeca en Los Ángeles —que también tuvo su costo, aunque la nota no lo mencionara— podemos inferir que Britney Spears andaba corta de efectivo).

Clínica de rehabilitación. ¿Qué es lo que más deseas cuando ingresas a una clínica de rehabilitación? ¡Salir de ella! Eso es lo que hizo Britney.

Cantante calva. ¿Encontramos alguna cantante en la nota? No. Sólo a una chica llamada Britney que se rapó con el único propósito de llamar nuestra atención.

2/08/2007

Un millón ochocientos mil desvelados (y contando)

En julio de 2006, en plena efervescencia post-electoral, escribí una nota en la que expresaba mi opinión sobre el asunto. Dicha nota (“Psíquicos causan Fraude Electoral”) nunca fue publicada, ya que aún no iniciaba mi blog y —sinceramente— creí que lo que ahí escribí sería finalmente superado por los mexicanos.

Sin embargo, no fue así. Me convencí de ello luego de que una insólita declaración del ex candidato Andrés Manuel López Obrador que leí en El Norte el 1° de febrero pasado simplemente no fue tomada en cuenta. Nadie la comentó, nadie la refutó.

Este hecho lamentable, junto con el descontento surgido por el alza en el precio de la tortilla (seguido por una marcha de protesta en la que se exigía volver al control de precios, alcanzar la autosuficiencia “alimentaria” y la creación de empleos, demandas que el sentido común señala que no pueden ir juntas) me confirmó la validez de mis reflexiones de julio pasado.

Así que, antes de comentar la insólita declaración de AMLO, veamos la nota que escribí en aquellos tiempos tumultuosos:

PSÍQUICOS CAUSAN FRAUDE ELECTORAL

Puede que algunos encuentren inapropiado y poco serio de mi parte el argumentar que los psíquicos fueron los responsables del fraude electoral en las pasadas elecciones, siendo que el asunto es grave, aún no está resuelto y tiene visos de culminar en una situación no favorable ni para México ni para la democracia.

A esas personas les digo que mi argumento no sólo no es inapropiado, sino que además incluye a los extraterrestres y a Nostradamus. Y es muy serio.

Como prueba de ello, voy a nombrar a los dos principales agentes provocadores del fraude electoral: Jaime Mausán y Walter Mercado. Estos sujetos (junto con otros cientos diseminados por el territorio nacional) propiciaron el fraude electoral, siendo ayudados por importantes medios electrónicos y editoriales, y con la anuencia de renombrados intelectuales, principalmente escritores.

Pero, antes de proceder a la explicación detallada de cómo se llegó al fraude electoral, debo señalar un hecho de capital importancia encaminado a contener potenciales litigios por difamación que pudieran cursar los abogados de los señores Mausán y Mercado y para mantener a raya al equipo de asesores de López Obrador, que se muestran ávidos por tener más elementos probatorios para su causa.

El hecho es el siguiente: No hubo ningún fraude electoral. Como en todo proceso electoral, se presentaron irregularidades (mismas que están siendo evaluadas por el Tribunal Federal Electoral) pero de ninguna manera existió un fraude.

Debe de haber muchos de ustedes que piensen que no estoy hablando seriamente. Que acusar a alguien de propiciar un fraude inexistente no es tan sólo una paradoja, sino una broma de mal gusto. Pues bien, ni lo uno ni lo otro.

Como dije anteriormente, mis argumentos están encaminados a detallar cómo se llegó al fraude electoral. El que éste sea inexistente no representa siquiera una paradoja: se puede llegar a un resultado erróneo o a un hecho inexistente de muchas maneras.

Y una de esas maneras es el de renunciar a utilizar el pensamiento crítico: Aceptar todo lo que se nos presenta sin analizarlo ni cuestionarlo, simplemente porque es el consenso general, porque me lo dice una autoridad o porque así está escrito.

Aún y cuando resulta muy útil para la vida diaria, el pensamiento crítico (escepticismo) es algo que no se da así como así: debe ser cultivado y ejercitado. No es una tarea fácil, ya que además de requerir de esfuerzo mental, en muchas ocasiones es fuente de desánimo. La mayoría de las veces, la verdad duele.

Y es ese dolor que nos produce muchas veces la verdad lo que nos lleva a renunciar al pensamiento crítico.

Es aquí donde entran Jaime Mausán y Walter Mercado.

Estos dos sujetos son la punta de un enorme iceberg de embaucadores (sí, embaucadores) que sistemáticamente han minado el pensamiento crítico de los mexicanos, a tal grado que casi lo han extinguido.

Walter Mercado, como astrólogo-psíquico que conoce no sólo el presente, sino también el futuro de las personas, es el encargado de destruir la noción de la responsabilidad personal. Nadie es dueño de sus acciones, nos dice, sino que uno es prisionero del signo astrológico en el que nació. Tu vida depende del influjo de los astros. Salud y enfermedad, éxito o fracaso, amor o rechazo, vida y muerte... todo está escrito en los cielos.

Y son ellos, psíquicos y astrólogos, los que —para nuestra buena suerte— están capacitados para interpretar los movimientos celestiales, extraer para nosotros la sabiduría y mostrarnos el camino que debemos seguir. ¡Y todo por sólo $45 más IVA el minuto!

En lo que respecta a Jaime Mausán, lleva años presentando supuestas pruebas (muchas de ellas “definitivas”, pero ninguna válida) de la también supuesta existencia de seres de otros mundos que nos visitan continuamente.

No importa que no se haya logrado probar la existencia de extraterrestres, o que dicha creencia esté en franco retroceso con la llegada de Internet, Jaime Mausán seguirá presentando “pruebas” espurias de avistamientos de “ovnis”.

Lo peor de todo es que Mausán utiliza para sus presentaciones “refritos” (como en el caso de la infame “autopsia de un Alien”) que ya han sido analizados y desechados como engaños en otras partes del mundo. Tampoco le saca la vuelta a mezclar extraterrestres y fenómenos paranormales.

Los mensajes de ambos charlatanes y sus imitadores, bombardeados sistemáticamente desde hace años por respetables medios electrónicos y escritos, han erosionado fatalmente la capacidad de pensamiento crítico de millones de mexicanos.

Si aceptas —como dice Walter Mercado— que tu destino está señalado por los astros; que no puedes escapar a menos de que sigas ciertos rituales o utilices talismanes; que hay un Iluminado siempre dispuesto a servirte de guía y resolver todos tus problemas... Si aceptas —como pretende Jaime Mausán— los círculos en los campos de trigo, las pirámides de Egipto y cientos de vídeos con imágenes granulosas como pruebas irrefutables de la existencia de los extraterrestres...

Entonces estás más que listo para aceptar un fraude electoral que nunca existió.

Así termina la nota.


Conforme avanzó el proceso post-electoral, surgieron evidencias inequívocas de una consistencia en los resultados electorales, las cuales estaban en proporción inversa a las supuestas “pruebas” que pretendían demostrar el fraude. Ninguna de estas “pruebas” resultó válida, lo cual orilló al candidato perdedor a ungirse como “presidente legítimo” y formar un “gobierno alterno”.

Esto me tranquilizó y me llevó a pensar de que, a pesar de la dura prueba post-electoral, el sentido común había recobrado el lugar que merecía.

Eso pensé, al menos hasta que leí la siguiente nota en El Norte, el pasado 1° de febrero:

Destaca AMLO rating de su programa de T.V.

El ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador afirmó esta tarde que su programa de televisión “La verdad sea dicha”, tuvo un
rating de más de un millón 800 mil televidentes, en la última emisión.

El tabasqueño dijo que el programa, que se trasmite los martes de 01:00 a 01:30 horas, comenzó con una audiencia de 500 mil televidentes, luego aumentó a un millón y sostuvo que en la más reciente edición llegó a la cifra de más de un millón 800 mil.

“Estamos en ese horario porque la derecha usurpadora nos quiere acallar, pero a pesar de todo vamos a la alza”, afirmó sobre la emisión.

La nota continuaba con comentarios acerca de las próximas elecciones en Yucatán.

¿Por dónde empezar? (Suspiro)

Si le creyésemos a AMLO nos encontraríamos ante un fenómeno nunca antes visto en la historia de la televisión mundial. Eso de empezar con una audiencia de 500 mil personas y prácticamente duplicarla cada semana se antoja, cuando menos, dudoso. (Si así fuera, AMLO podría olvidarse totalmente de la política y ser contratado de inmediato como director ejecutivo de cualquier conglomerado televisivo global, ganando lo que quisiera. Inclusive el derecho a ser llamado “Señor Presidente” sin risitas de por medio).

Lo que vuelve al asunto francamente inverosímil es que dicho programa se trasmite a la una de la mañana, los martes de cada semana. ¿Se imaginan a un millón ochocientas mil personas desvelándose en la semana laboral para ver el programa? ¿Y que (de seguir esa tendencia de la que se ufana AMLO) en cosa de tres meses tendríamos a todo México despierto en las madrugadas de los martes viendo “La verdad sea dicha”?

Intrigado por el asunto, me dediqué a investigar el tema del rating televisivo. Aprendí cómo se miden la cantidad de personas que ven un programa determinado y cuáles eran los programas de mayor rating en nuestro país. (Sin embargo, no tuve la oportunidad de alcanzar mi objetivo, que era encontrar la equivalencia entre 1’800,000 personas y los puntos de rating).

Pero una cosa me quedó clara, y ésta es que las cifras declaradas por AMLO no guardan relación alguna con la realidad. Así que, una de dos: o AMLO está mintiendo o alguien le está mintiendo a él. (No sería algo nuevo. Lo mismo ocurrió con las encuestas cuando era candidato a la presidencia).

Lo más triste de todo el asunto, lo que me llevó a escribir esta nota, fue la ausencia total de voces que refutaran lo dicho por AMLO.

Porque es ese silencio ominoso el que me indica que la mayoría de los mexicanos han renunciado a pensar. Que seguirán cautivos de charlatanes como Mausán, Mercado.. y López Obrador.

¡Quinientos mil!... ¡Un millón!... ¡Un millón ochocientos mil!... ¿Quién da más?



2/04/2007

Termofóbicos, los modernos falsos profetas

Bueno, pues ya se dieron a conocer los primeros detalles del cuarto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) los cuales no me sorprendieron en lo más mínimo: Que el calentamiento global hará que la temperatura de la tierra se incremente entre 1.8 y 4 grados centígrados en los próximos cien años; que dicho aumento en las temperaturas provocará un incremento en el nivel del mar de entre 18 y 59 centímetros a finales del siglo 21 y que el ser humano es el responsable en un 90% del calentamiento global

Estos resultados se sumaron a otros similares obtenidos por varios estudios científicos realizados en los últimos cinco años, entre los que cabe destacar los siguientes:

· El aumento de la temperatura en el siglo XX es de 0.74 grados centígrados, superior a los 0.6 grados del informe inmediato anterior (2001).

· En los últimos 100 años, el nivel del mar ha subido 17 centímetros.

· Entre 1900 y 2005, las lluvias aumentaron en las regiones orientales de América, en Europa septentrional y en Asia central y septentrional, mientras que en el Mediterráneo, el Sahel, el sur de África y partes del sur de Asia se registró un clima más seco.

· Las sequías más intensas y prolongadas se detectaron en áreas más amplias desde 1970, especialmente en los trópicos y sub-trópicos.

Como nota relacionada —pongan atención— se habla de un soborno. Según el diario británico The Guardian, el grupo American Enterprise Institute (AEI), fundado por ExxonMobil y vinculado con la administración del Presidente Bush, ofreció 10 mil dólares a cada uno de los integrantes del IPCC para socavar los resultados del reporte divulgado ayer. Además ofreció el pago por artículos que enfatizan defectos del estudio 2007 y cubrir viáticos y otros gastos adicionales.

Resumiendo: Estamos fritos (o lo estaremos en poco tiempo).

El tema del calentamiento global me ha fascinado desde hace algunos años. Empezó a llamar mi atención en 1992 cuando el entonces senador demócrata Al Gore inició dos audiencias del Congreso durante las cuales intentó intimidar a científicos “disidentes” para que cambiaran sus puntos de vista y apoyaran su alarmismo climático. (Quienes hayan leído anteriormente Crónicas Profanas sabrán que —para mí— el que un político se introduzca en un campo fuera de su radio de acción e inicie una cruzada destinada a salvar a la humanidad es una cuestión que inmediatamente me indica que algo está podrido).

Como acostumbro a hacer cada vez que me enfrento con lo anterior, empecé a leer todo lo relacionado con el cambio climático. Al poco tiempo me sentía como debe de sentirse un niño de siete años ante el proceso de divorcio de sus padres. ¿Quién tiene la razón, papá o mamá?

¿Quién tiene la razón, Al Gore y los científicos que aseguraban que el calentamiento global era causado por el ser humano y que su ambición nos estaba llevando a una extinción anticipada o aquellos pocos científicos que nos decían que Gore y compañía estaban exagerando las cosas?

Lo primero que empezó a inclinar la balanza a favor de los segundos fue la aparición en inglés en 2001 —había sido publicado en Dinamarca en 1998— de un libro intitulado “El Ambientalista Escéptico” del estadístico danés Bjorn Lomborg.

La recepción del libro de parte de la comunidad científica fue vergonzosa, según comenta Michael Crichton en su famosa conferencia “Los Aliens son los causantes del calentamiento global” de 2003 (misma que será traducida en este blog próximamente).

Incluso una revista científica tan prestigiosa como Scientific American lo atacó por once páginas y sólo le permitió defenderse en una página y media. Lomborg dijo que no era espacio suficiente y puso las críticas de su libro en su página web para responderlas en detalle. Scientific American lo amenazó con estar infringiendo derechos de autor e hizo que sacara su defensa de su página web.

A partir de entonces, el tema del calentamiento global comenzó a adquirir un tono cada vez más politizado. La ciencia fue perdiendo terreno. Todo aquello que soportara la alarma era inmediatamente publicado o expuesto en la televisión. Los científicos que sostenían lo contrario fueron tachados —aún lo son— de “herejes” o de estar patrocinados por Grandes Corporaciones Petroleras (¿ven porque les dije que pusieran atención a la nota relacionada con el Informe del IPCC?).

Cuando el calentamiento global dejó definitivamente de ser un asunto científico y se convirtió en un asunto netamente político fue a partir de la firma del famoso Protocolo de Kioto. Los gobiernos firmantes pactaron reducir en un 5,2% de media las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles de 1990. El acuerdo entró en vigor en febrero 2005, con la ratificación por parte de Rusia en noviembre 2004, después de conseguir que la Unión Europea pagara la reconversión industrial, así como la modernización de sus instalaciones, en especial las petroleras. Se estableció que el compromiso sería de obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2.

Además del cumplimiento que estos países hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero se promovió también la generación de un desarrollo sostenible, de tal manera que se utilicen también energías no convencionales y así disminuir el calentamiento global.

El gobierno de Estados Unidos firmó el acuerdo pero no lo ratificó (ni Bill Clinton ni George W. Bush) por lo que su adhesión sólo fue simbólica hasta el año 2001 en el cual el gobierno de Bush se retiró del protocolo, no porque no compartiese su idea de fondo de reducir las emisiones, sino porque consideró que la aplicación del Protocolo era ineficiente e injusta al involucrar sólo a los países industrializados y excluir de las restricciones a algunos de los mayores emisores de gases en vías de desarrollo (China e India en particular), lo cual consideraba que perjudicaría gravemente la economía estadounidense.

No hace falta ser un genio para entender el por qué el asunto se politizó. Como en muchos otros temas sociales (pobreza, globalización) los malos de la película son los Países Desarrollados, y en especial los Estados Unidos.

Yo, como es obvio a estas alturas, estoy convencido que este asunto del calentamiento global está siendo exagerado con fines políticos. En otras palabras, no creo que lo del calentamiento global sea algo real, o tan grave que no podamos resolverlo.

Para que no se me acuse de herejía —o de imponer mis puntos de vista a otros, como dice mi hermana Rebeca— a continuación enumeraré sólo dos ejemplos que parecen confirmar mi postura.

El primero de ellos se refiere a un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) divulgado en noviembre 2006 del que ningún ambientalista hizo algún comentario, por razones que resultan obvias: aquí el malo de la película no es solamente Estados Unidos.

Según el estudio, el sector ganadero es uno de los principales responsables del efecto invernadero en el mundo y resulta más nocivo que el sector del transporte. "El sector ganadero genera más gases de efecto invernadero, los cuales al ser medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2) son más altos que los del sector del transporte". La ganadería no sólo amenaza al medio ambiente sino que también es una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos, sostiene la organización internacional.

"El sector ganadero es responsable del 9 por ciento del CO2 procedente de la actividades humanas, pero produce un porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales. Genera el 65 por ciento del óxido nitroso de origen humano, que tiene 296 veces el Potencial de Calentamiento Global (GWP, por sus siglas en inglés) del CO2. La mayor parte de este gas procede del estiércol”.

“La ganadería es responsable también del 37 por ciento de todo el metano producido por la actividad humana (23 más veces más perjudicial que el CO2), el cual se origina en su mayor parte en el sistema digestivo de los rumiantes", precisa la entidad. Genera igualmente un 64 por ciento de amoniaco, que contribuye de forma significativa a la lluvia ácida". El informe explica que la ganadería utiliza hoy en día el 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta, que en su mayor parte son pastizales, pero que ocupa también un 33 por ciento de toda la superficie cultivable, destinada a producir forraje”.
"La tala de bosques para crear pastos es una de las principales causas de la deforestación, en especial en Latinoamérica, donde por ejemplo el 70 por ciento de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han dedicado a pastizales".
”El sector pecuario es el medio de subsistencia para mil 300 millones de personas en el mundo y supone el 40 por ciento de la producción agrícola mundial. Para muchos campesinos pobres en los países en desarrollo, el ganado es también una fuente de energía como fuerza de tiro y una fuente esencial de fertilizante orgánico para las cosechas”.
Y dicho estudio sólo toma en cuenta al ganado llamémoslo “domesticado”. Pero, ¿qué hay de los millones de rumiantes y herbívoros que andan sueltos por ahí en estado salvaje, en planicies de todo el mundo, pero principalmente en África? Me refiero a los Ñús, antílopes, jirafas, rinocerontes, hipopótamos, etcétera.

Creo que si tomáramos a dicho grupo “salvaje”, el impacto medioambiental de estos animales supera con mucho al impacto directo del ser humano con su agnadería.

El otro ejemplo se refiere a otro estudio científico, esta vez de la Organización Terra, que es una de las principales organizaciones ambientalistas a nivel mundial, y se refiere a la utilización de leña como combustible.

Según dicho estudio, alrededor del 50% de los 3,200 millones de toneladas de madera recogidas en todo el planeta se quema como combustible. En algunos lugares esta proporción llega a las cuatro quintas partes.

Las mujeres y los niños son los principales recolectores de leña como combustible para cocinar, la cual representa el 80% de la energía consumida en los hogares de los países en vías de desarrollo (un 40% en Latinoamérica, un 60% en África y un 80% en Asia). Las mujeres dedican entre1 y 5 horas al suministro de leña.

En Haití, señala el estudio, el 98% de los árboles han sido talados para hacer fuego y cocinar; en Burkina Faso, el 90%. Una comunidad rural tipo de un país no desarrollado destina el 89% del consumo energético a la cocción de alimentos. Para la cocción se utiliza esencialmente leña, restos forestales y de los cultivos, excrementos y otros. Curiosamente, en muchos de estos lugares la radiación solar es muy elevada, del orden de los 5.5 kWh/m2.

Cerca de 2,000 millones de personas están afectadas por la denominada crisis de la leña. El déficit mundial es de 1,000 millones de metros cúbicos al año. Como término medio, se calcula que el consumo por persona es de unos 22 kgs. de leña al año (0.5 m3) pero esta cifra varía según los países. El estudio pone el ejemplo de Nepal, con una superficie forestal del 37% de su territorio, la cual disminuye en unas 100,000 hectáreas por año (la reforestación no supera las 20,000 hectáreas por año).

El consumo de estos 1,000 millones de m3 de leña para cocinar produce unas emisiones en la atmósfera de unos 825 millones de toneladas de dióxido de carbono al año (el equivalente al 41% de las emisiones de CO2 de la Unión Europea).

Las consecuencias, concluye el estudio, se traducen en la deforestación de los bosques tropicales, la desertización y erosión de los suelos agrarios, las enfermedades y las alteraciones climáticas.
En resumen, mi posición acerca del calentamiento global es que dicho asunto se ha convertido en un asunto netamente político, que utiliza el alarmismo y la información sesgada para fines ajenos a la solución del problema.

Así que yo les digo: prestemos oídos sordos a todos aquellos falsos profetas que anuncian una inminente catástrofe de proporciones apocalípticas; dejemos a un lado las diferencias ideológicas con su polarización política entre buenos y malos, pobres y ricos; prestemos atención a aquellos científicos que reconocen el problema pero que nos proporcionan informaciones no-alarmistas basados en hechos científicos, no en dogmas políticos. Tan sólo de esta manera, podremos afrontar y resolver el problema.

Recuerden: El ser humano no es el causante del calentamiento global, sino su solución.