9/28/2010

Hipopotomonstrosesquipedaliofobia

Aún y cuando la mayoría de los nombres y definiciones que utilizamos en nuestra vida diaria nos proporcionan una información adecuada, existen muchos términos en los cuales el propósito no parece ser el de informar, sino confundir.

Mientras que en 1984, la novela de George Orwell, la neolengua (adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos) se basa en el principio de que lo que no está en la lengua no puede ser pensado, en la vida real supuestamente opera el principio contrario: si una palabra aparece en el léxico, su definición es al parecer tan clara que no admite dudas.

Pero esto no es verdad. El significado de algunas palabras no sólo es absurdo, sino que a veces no define aquello que debería.

Como ejemplo de lo primero, tenemos el término psiquiátrico que le da título al presente post. Resulta que la hipopotomonstrosesquipedaliofobia es el miedo irracional (o fobia) a la pronunciación de palabras largas y complicadas. ¿Puede haber algo más absurdo que eso?

Imaginemos una consulta psiquiátrica en donde el doctor le da ese diagnóstico en particular a su paciente:

Doctor: Bueno, pues aquí tenemos por fin el resultado de sus exámenes. Resulta que usted padece de hipopotomonstrosesquipedaliofobia, una fobia poco común, pero no por eso inmune a un tratamiento exitoso.

Paciente: ¿Qué padezco qué?

Doctor: Hipopotomonstrosesquipedaliofobia. Mire, léalo usted mismo.

Paciente: (Leyendo el papel que le pasa el doctor) Hipopo… ¡AAHHH! ¡QUITEME ESA PALABRA HORRIBLE, POR LO QUE MÁS QUIERA! ¡POR FAVOR, LLÉVESELA LEJOS DE MÍ! ¡POR FAVORRRR…!

¿Qué necesidad tienen los médicos de utilizar esos términos tan complejos para definir las diferentes fobias? Le dicen a uno que tiene triscaidecofobia cuando le tiene miedo al número trece; aulirofobia, cuando existe miedo irracional a los gatos; agorafobia, cuando se tiene miedo al miedo mismo (éste último padecimiento es muy triste, ya que se temen las situaciones que puedan generar sensaciones de ansiedad; se tiene miedo a la propia activación fisiológica o a los pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de morir).

Se deberían buscar nuevos términos médicos que fueran claros en su definición, que no oculten un significado prosaico tras una fachada de intelectualidad. ¡Como si los griegos fueran los únicos con derecho a saber de sus fobias!

Hay otro tipo de términos que supuestamente tienen una definición muy clara, pero que en realidad no definen nada. Por ejemplo, la ONU.

Todo el mundo sabe que ONU es el acrónimo de la Organización de las Naciones Unidas. En apariencia, dicha definición es correcta, hasta que nos damos cuenta que en dicha institución las naciones ni están organizadas ni están unidas.

La triste realidad es que la ONU no sirve para nada. Nunca ha podido impedir ni una sola guerra y mantiene a una bola de burócratas inútiles. Para el que no está de acuerdo con esto, le presento la última jugada de esta intachable institución. El día de hoy leí en el periódico reforma el siguiente encabezado: Debate ONU embajador ¡para alienígenas!

En serio. Según informaba la noticia, debido a que recientemente se han descubierto un gran número de planetas (aunque la noticia no lo especifica, se refiere a los llamados “exoplanetas”, planetas que están fuera del sistema solar y que podrían llegar a tener condiciones para la vida similares a la de nuestro planeta) lo que en teoría incrementa las posibilidades de que se pueda establecer contacto con vida extraterrestre inteligente, existe una propuesta para que la ONU designe un embajador para negociar en el momento de que se produzca un contacto con alienígenas.

La propuesta busca que la Oficina de Naciones Unidas para el espacio Exterior se convierta en el organismo de coordinación ante eventuales encuentros extraterrestres. Su directora, la astrofísica malasia (sic) Mazlan Othman, podría ser designada como Embajadora oficial del Espacio.

¿Reímos? ¿Lloramos?... Para los que aún tachan de “negacionistas” a los escépticos en los reportes del PICC (Panel Intergubernamental en Cambio Climático de la ONU)  aquí tienen una muestra de cómo se las gastan estos chicos. ¿Qué confianza se puede tener en las supuestas bases científicas de sus reportes sobre el Cambio Climático si ahora están pensando designar a un embajador para tratar con los extraterrestres?

Porque, ¿bajo qué bases científicas se está proponiendo esta nueva propuesta? No existe ninguna base científica conocida. Hasta el momento, no hay ni una sola prueba que apoye la visita de extraterrestres a nuestro planeta y se utiliza la especulación en cuanto a suponer la existencia de vida inteligente fuera de nuestro planeta. (Como dije alguna vez: si ya de por sí es todo un reto encontrar vida inteligente aquí en la Tierra).

El que se hayan utilizado nuevas técnicas para encontrar planetas similares a la Tierra fuera del Sistema Solar y que dichas técnicas hayan resultado en encontrar exoplanetas similares al nuestro no significa que éstos puedan sustentar la vida tal y como la conocemos y mucho menos que estén habitados por “seres inteligentes”.

A mí me da lástima, la verdad. Y enojo. Porque no estamos hablando aquí de miembros del Club del Sombrero de Papel Aluminio, sino de científicos que trabajan en una organización mundial que se supone debe ayudar a las diversas naciones del mundo a vivir en concordia y a resolver los problemas más urgentes de la humanidad: conflictos armados, desastres naturales, educación, hambre y enfermedades, entre otros.

Ahora bien, si al final resulta que yo estoy equivocado y que está próxima la llegada de seres extraterrestres a nuestro planeta… Entonces creo que asistiríamos a la representación en vivo de la película Mars Attacks! de Tim Burton.

Esta película salió cinco meses después que Indepence Day —de la que fue una parodia involuntaria— y a los gringos (críticos y público) no les gustó, aún y cuando tenía varias estrellas en su reparto.

Y no les gustó a los gringos por las mismas causas que a mí me encantó: los humanos son unos cándidos y los marcianos unos hijos de su… Si no la han visto, se las recomiendo.

ACTUALIZACIÓN (5:10 PM)
Según leo más tarde, el diario Milenio informa que la ONU “se echó para atrás” en lo de la propuesta para designar una embajadora para recibir a los extraterrestres. Sin embargo, esto no invalida para nada mi argumento. Sólo el haber pensado en presentar una propuesta como la mencionada es prueba suficiente para evidenciar la nula credibilidad de la ONU y la crisis por la que atraviesa esa inútil organización.

9/23/2010

La planta diabólica

Recientemente una aduana fronteriza fue cerrada por los policías fiscales que la operaban, ya que las mafias del crimen organizado decidieron cerrarla por así convenir a sus intereses. Los policías fiscales no sólo abandonaron sus puestos, sino que huyeron a los Estados Unidos, luego de que uno de los policías recibió un mensaje que decía: “Ayer vi el juego de futbol de tu hija”…

Ciertas zonas de la frontera están bajo sitio del crimen organizado, donde hombres armados lo controlan todo, la policía no se atreve ni a entrar y las incursiones del ejército han desatado verdaderas batallas e incluso disturbios…

Según la última estimación del Gobierno Federal,  en el 2010 se han sumado 75 bandas al tráfico ilícito, lo cual representa un 42% de incremento con respecto al año pasado. Esto se explica porque este negocio ilícito les deja a los criminales unos 3 mil millones de dólares anuales…

No muchos lectores de estas crónicas han llegado hasta este punto, ya que los tres párrafos anteriores no les cuentan nada nuevo. En el mejor de los casos, esas noticias los hacen enojar; en el peor de los casos, les resultan indiferentes.

Sin embargo, quizá no hubieran dejado de leer si supieran que esas noticias no se refieren a México: ni a su crimen organizado ni a su Gobierno Federal ni a su tráfico de marihuana.

Esas noticias se refieren a lo que está sucediendo actualmente en la frontera de Canadá en las zonas “autónomas” correspondientes a las reservas indias —entre ellas la Mohawk Kahnawake, en Québec—, y el tráfico ilícito es de… tabaco.

Lo peor de todo es que ese tráfico ilícito es resultado de malas políticas gubernamentales canadienses, derivadas a su vez de la fanática demonización del tabaco. Utilizando a los impuestos como una forma de reducir el consumo de tabaco, el precio por cajetilla rebasó el llamado “punto de inflexión”, después del cual resulta más atractivo para el consumidor recurrir al mercado negro controlado por el crimen organizado que comprar en el mercado formal y lícito.
Algunos mexicanos ingenuos podrían pensar que el problema sólo es de los canadienses, que a nosotros no nos afecta. Después de todo, en México el problema son la marihuana y otras drogas, no el tabaco.

Pues sí, nos afecta. Y mucho. Aquí en México se está recrudeciendo la demonización del tabaco. Están por salir las nuevas cajetillas con fotografías “gore” destinadas a fomentar el miedo a fumar y se está cocinando una ley que incrementaría de manera importante el impuesto al tabaco, algo muy similar a lo que ocurrió en Canadá.

Si esta política de incremento impositivo al tabaco nos lleva también al punto de inflexión, será irrelevante el resultado que tenga la legalización de la marihuana el próximo mes de noviembre en California. Aún y cuando fuera aprobada dicha propuesta (lo cual es lo más seguro, a menos que el revivalismo republicano actual logre echarla para atrás) el impacto sobre el crimen organizado en México sería nulo. Simplemente, los narcos cambiarían la marihuana por el tabaco y seguirían como hasta ahora.

Es un hecho que las bondades atribuidas a la marihuana son inversamente proporcionales a los males atribuidos al tabaco. Lo que no queda claro es el porqué.

Me explico: Tenemos dos especies vegetales cuyas hojas se secan y se trituran para ser consumidas en rollos de papel, principalmente por medio de la combustión lenta, lo cual produce humo.

En el caso del tabaco, el humo inhalado es expulsado casi de inmediato; con la marihuana, el humo es inhalado y se retiene en los pulmones, para ser expulsado tiempo después. Se sabe que ambos productos de la combustión son cancerígenos (el del tabaco en mayor medida que el de la marihuana), pero resulta que fumar tabaco causa cáncer y fumar marihuana no. ¿Por qué no se toma en cuenta el tiempo en que el humo se retiene en los pulmones, lo cual a fuerza tiene que influir en la incidencia de cáncer?

Otro caso: Se dice que fumar marihuana es menos peligroso para la salud que fumar tabaco o tomar alcohol, como si la marihuana hiciera imposible el combinar sustancias. Uno de los mayores problemas actuales con el consumo de alcohol en los jóvenes es que está de moda el mezclar el alcohol con bebidas “energizantes” como el Red Bull. ¿A poco el que fuma marihuana no puede consumir alcohol simultáneamente? ¿Quien fuma marihuana no puede ser fumador de tabaco también? (Es más, los fumadores de tabaco llevan ventaja sobre los no fumadores a la hora de fumar marihuana, ya que están acostumbrados a inhalar humo).

Y hablando de humo: El caso del mito del “humo de segunda mano” (sí, es un mito. Que el General Surgeon de los EUA utilice el argumento homeopático de que “el humo del cigarro es dañino en cualquier cantidad” nos dice todo), que se utiliza para ganar adeptos en la campaña anti-tabaco, ya que es la principal razón para que la gente odie a los fumadores, nos puede llevar en un futuro a lo que he llamado “La paradoja holandesa” y de la cual trato en la segunda parte del post “Los condones de Benedicto y la mota pura o la pura mota el cual les invito a leer para no repetir argumentos.

Mi punto es el siguiente: Se ha exagerado la peligrosidad del tabaco y minimizado la de la marihuana. En ningún momento he afirmado que fumar tabaco sea bueno o saludable. Por supuesto que ninguna sustancia en forma de humo que llegue a los pulmones puede ser buena. Sin embargo, se han gastado miles de millones de dólares en las campañas antitabaco, los cuales pudieron haber sido utilizados de mejor manera en la educación y concientización de los jóvenes acerca de las adicciones del alcohol y de los narcóticos.

Porque con el fin de erradicar el tabaco se ha llegado al extremo de la intolerancia y de la sinrazón. El tabaco se ha vuelto la planta diabólica y los fanáticos luchan por exorcizarla.

¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que hagan lo mismo con la marihuana?

Yo creo que poco.





9/17/2010

El Infierno, según Isaac

Hoy no me sale escribir. Hay períodos perdidos en los que simplemente las palabras no brotan. Cuando esto me sucede, me olvido de un tiempo de todo y no pienso en escribir. Luego, utilizo las apretadas reglas del verso alejandrino para volver a la carga. Me ha pasado dos veces. Lo que sigue es de mi último período perdido; se basa en una idea que tuvo mi amigo Isaac hace muchos años. Isaac decía que el llanto de los recién nacidos es un grito de angustia al saber, sólo por unos instantes, que se nacía de nuevo. Como para Isaac la vida es una mierda, resulta un Infierno.


EL INFIERNO, SEGÚN ISAAC

Después de un sueño caótico
                        poblado de imágenes disímiles
                        (daguerrotipos de realidad, facsímiles)
                        desperté en un mundo gótico.

                        Mi despertar fue como un preámbulo
                        a una sucesión de irrealidades,
                        donde no existen las posibilidades,
                        salvo el velado rostro del sonámbulo.

                        El tiempo giraba sobre sí mismo
                        y el espacio, impotente, se curvaba
                        ante aquel torbellino. Yo observaba,
                        asombrado, la génesis de un abismo.

                        El abismo existió, y me vi arrojado
                        hacia aquella garganta inconcebible,
                        con la enorme fuerza -inconfundible-
                        de un dios que escupe, enojado.

                        Desamparado, asistí con terror
                        creciente a ¡mi nuevo nacimiento!
                        Tuve el fatal y atroz presentimiento
                        de ser la víctima de un gran error.

                        Porque según recordaba, desesperado
                        había terminado ya con mi absurda
                        vida de mierda: atando una burda
                        soga a un madero, morí suicidado.

                        ¿Qué hacía yo ahora, en el umbral
                        mismo de una nueva existencia,
                        condenado a repetir la experiencia
                        espantosa de otra vida mortal?

                        El angustioso llanto del recién nacido
                        brotó incontenible de mi fuero interno.
                        Era mi anuncio de llegada al Infierno,
                        ese que nunca creí haber merecido.





9/12/2010

La rebelión de los herbívoros

En Japón, las mujeres y las autoridades andan muy preocupadas. Dos de los mayores retos que enfrenta la sociedad japonesa actualmente —la declinación de la tasa de natalidad y el anémico nivel de consumo personal— están bajo ataque.

El motivo de su preocupación está siendo analizado, comentado y debatido en periódicos, revistas y programas de televisión de todo el país desde el año pasado. Algunos tratan de encontrar una explicación, otros de establecer un pronóstico, y ya existen muchas mujeres que comienzan a preparar el contraataque.

La amenaza que suscita tanto temor es el número cada vez más elevado de los llamados soshoku danshi (literalmente, chicos come-pasto) llamados así por su falta de interés en el sexo y la preferencia por unas vidas calmadas y menos competitivas.

Según escribe Alexandra Harney en Slate, la firma consultora Media Sahkers (subsidiaria de Dentsu, la compañía de publicidad más grande de Japón) estima que el 60% de los hombres en sus tempranos veintes y al menos 42% de los hombres de 23 a 34 años se consideran a sí mismos como chicos come-pasto. Y que Partner Agent, compañía de citas japonesa, encontró en una encuesta que el 61% de los hombres solteros en sus treintas se identificaban como herbívoros. Lifenet, compañía aseguradora, encuestó a 1,000 hombres solteros y encontró que el 75% se describían a sí mismos como come-pasto.

No son homosexuales ni afeminados ni metrosexuales. Son una nueva y extraña generación de hombres japoneses que parecen haber dejado atrás el concepto de virilidad predominante en el Japón de la post-guerra.

En aquellos tiempos, después de una dolorosa derrota, los japoneses se tenían que probar a sí mismos que aún eran dueños de su propio destino. Aprovechando su marcado instinto gregario se unieron para trabajar en grandes conglomerados industriales, lo cual los elevó a los estratos más altos de las naciones desarrolladas.

De ser meros imitadores, exportando principalmente productos de mala calidad (en los años 60’s y 70’s del siglo pasado la leyenda “Made in Japan” era sinónimo de baratija) su ingenio e innovación, en especial en la electrónica, los llevó en un par de décadas a ser la segunda potencia económica mundial, después de los Estados Unidos.

Durante los años ochenta y buena parte de los noventas, el mundo parecía moverse al ritmo de aquél one hit wonder del grupo británico The Vapors: “Turning Japanese”.

Artículos electrónicos de vanguardia, de marcas como Sony, Hitachi, Panasonic y Nintendo inundaron el mercado mundial. Su alta calidad e innovación traspasaron la frontera de la electrónica e incursionaron en las áreas gerenciales y de mercadotecnia.

Los hombres de negocios japoneses eran vistos como guerreros samuráis en traje de tres piezas. Organizados, perfeccionistas, implacables.

Este “milagro japonés” se basó principalmente en un alto espíritu de grupo y un fanatismo por el detalle. El sistema imperante era la “meritocracia”, ya que el trabajo duro y esforzado obtenía su recompensa.

Después de pasar sus primeros cinco años de vida como virtuales dictadores, los niños y niñas japoneses eran despojados de sus privilegios, por lo cual se tenían que integrar a un grupo a fin de sobrevivir. El concepto de individualidad se supeditaba al de la colectividad.

Y para ayudar a tu grupo tenías que sobresalir; y para sobresalir tenías que competir. El premio para todos aquellos que se esforzaban era enorme: una vez graduados entraban a trabajar en una empresa para toda la vida.

Porque la empresa era como una enorme familia adoptiva. Tú solo tenías que esforzarte al máximo para contribuir al desarrollo de ésta y tu futuro estaba asegurado.

Los hombres japoneses de entonces se comportaban según lo estándares occidentales. Con un salario generoso (y seguro) gastaban en grande. El consumo era un símbolo de estatus y la masculinidad se regía por aquella máxima gringa: “el que muera con más juguetes gana”.

Fue tal el éxito del sistema, que durante los años noventas del siglo pasado los japoneses se lanzaron a comprar al mundo: compraron edificios, estudios de televisión, obras de arte y todo aquello que se pudiera comprar con sus excedentes de efectivo.

Pero el enemigo estaba en casa: producto de la escasez, la tierra se había convertido en el bien más valioso en Japón. La especulación y la corrupción inflaron una enorme burbuja de bienes raíces que, como siempre sucede, terminó por estallar.

Japón inició el nuevo milenio sumido en una profunda crisis económica de la cual no se ha recuperado. La deflación es un fenómeno recurrente. Todos hablan de la “década perdida”.

Por supuesto, esto impactó en el modo de vida de los japoneses. La nueva generación trata de encontrar un sentido en el nuevo entorno de ruptura social causada por los cambios de la economía japonesa. Las disparidades de ingresos están corroyendo la meritocracia japonesa y el índice de pobreza está aumentando.

Cerca de un tercio de la fuerza de trabajo japonesa trabaja actualmente de forma casual o en empleos de tiempo parcial. Millones de jóvenes solteros permanecen en casa de sus padres como “ninis” (ni estudian ni trabajan) y su confianza en el futuro es nula.

Ante la incertidumbre económica, muchos japoneses veinteañeros y treintañeros han optado por distanciarse del modelo masculino que predominó en las décadas anteriores.

Ahora prefieren dar largos paseos a comprar un auto. Cultivan pequeños jardines en sus departamentos (más bien, en los departamentos de sus padres), toman fotografías de viejos templos budistas y se permiten pequeños lujos, encaminados a su cuidado personal.

El sentido de individualidad empieza a imponerse. Las nuevas tecnologías permiten que el joven japonés pueda desprenderse sin mucha dificultad del grupo y vivir según sus propias reglas.

Los juegos de video e Internet hacen posible que los jóvenes japoneses se sientan parte de un grupo sin pertenecer a ninguno. El grupo real se torna virtual. La tecnología es tan eficaz en su cometido, que la presión por conseguir pareja es casi inexistente: la pornografía, los juguetes sexuales y el sexo virtual están a su disposición en sus computadoras de escritorio.

Por eso los chicos come-pasto son casi alérgicos al compromiso. Tienen amigas, sí, pero su relación es más bien platónica. No quieren hacer el primer movimiento, gustan de dividir la cuenta en los restaurantes y no parecen darle mucha importancia al sexo.

Por supuesto, esto trae verdes a las mujeres japonesas. Aún y cuando han logrado un gran avance en la igualdad de sexos en Japón (sobre todo en el mercado laboral) simplemente no se esperaban esta rebelión de los herbívoros.

Japón está envejeciendo. La baja tasa de natalidad, combinada con una pobre inmigración, ha resultado en una disminución de la población total desde 2005.

A las mujeres les urge el sexo y ver que sus hombres son capaces de comprometerse. Por ello están pensado cómo organizarse y convertir a esos chicos come-pasto en los carnívoros que fueron alguna vez.

Al igual que los entusiastas de LovePlus+, los chicos come-pasto amenazan el presente de Japón… y quizá el futuro del mundo.






9/07/2010

Luna de miel en Atami



Quizá la paradoja más enigmática de la llamada “revolución informática” es el aumento de la soledad derivado de una mayor comunicación.

Parece imposible, pero ahora que contamos con Internet y teléfonos celulares, lo cual nos permite mantener comunicación instantánea con otras personas, el número de individuos que se sienten solos sea cada día más grande.

Una posible causa se encuentra en el hecho de que la mayor parte de la comunicación hoy en día se realiza a distancia. Atrás quedaron los tiempos de la comunicación frente a frente.

Cada vez más, los diálogos entre las personas se llevan a cabo mediante el intercambio de mensajes de texto. Son diálogos mudos, sin voz de por medio, con lo que perdemos un elemento esencial de la comunicación humana.

Chateamos, twitteamos, compartimos información en Facebook y blogs, pero en silencio, como si viéramos una vieja película muda en donde los actores tienen que mostrar gestos exagerados para trasmitirnos el mensaje; una pantomima frenética en donde quizá se logre trasmitir el mensaje, pero donde el diálogo está ausente. Por lo tanto, la interpretación corre a cuenta de cada uno.

Y cuando esto sucede, cuando tratamos de interpretar el mensaje basados tan sólo en lo que somos (nuestras ideas, nuestras conceptos, nuestros prejuicios) la sensación de ser únicos, irremplazables e irrepetibles nos lleva invariablemente hacia la soledad.

Nos bastamos con nosotros mismos. La mera posibilidad de encontrarnos con otra persona que interprete el mundo como lo hacemos nosotros mismos se nos antoja fantástica. De esta manera se reduce nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, ya que no estamos dispuestos a aceptar otra interpretación diferente; o quizá si aceptemos otra interpretación diferente, pero tememos que la nuestra no sea aceptada.

En países como el nuestro, donde la penetración de la revolución informática todavía no es tan profunda, persisten los contactos humanos y la sensación de soledad no es tan fuerte.

No así en Japón, en donde la informática reina en un ambiente de estancamiento económico y una población cada vez más vieja, menos capaz de relacionarse entre si y más solitaria.

Un artículo de The Wall Street Journal da cuenta de uno de estos casos. Lo presentan bajo el concepto de “Sólo en Japón…”, como si fuera un hecho aislado que sólo puede ocurrir en la tierra de Godzilla y Poquemón. Pero no es así; su significado es profundo y terrible. Es tal vez la imagen del futuro que nos espera a todos.

El artículo del WSJ trata sobre Atami, un destino turístico japonés que fue muy popular entre los recién casados de los años sesentas del sigo pasado, quienes lo escogían para su luna de miel.

Ahora, en estos tiempos de estancamiento económico y alta tecnología, los promotores de Atami lanzaron una campaña turística destinada a atraer a un nuevo tipo de lunamieleros: hombres jóvenes solteros, cuyas novias las llevan dentro de un estuche de mano.

Son los entusiastas de LovePlus+, un juego de simulación de Nintendo DS que recrea la experiencia de un romance adolescente.

Una vez que el jugador escoge una de tres chicas disponibles, inicia una relación con ella, lo que incluye paseos tomados de la mano y citas después de las clases. El propósito del juego no es sólo escoger a la chica, sino mantener la relación.

Se puede sincronizar LovePlus+ con la fecha y hora reales, lo que permite mantener la relación en tiempo real. Así, la novia de caricatura se levanta, va al colegio, come y duerme a la misma hora que el jugador. Todo se realiza por medio de suaves golpes de stylus sobre la pantalla. Incluso se cuenta con un micrófono que permite mantener conversaciones entre los novios.

Como toda relación, el juego tiene sus retos. Hay que ganar “puntos de novio” completando algunos retos del juego, como hacer la tarea o ejercitarse.

La recompensa del jugador que ha ganado los suficientes “puntos de novio” es un fin de semana virtual en Atami. En LovePlus+, la pareja visita los lugares de interés del centro turístico virtual y se aloja en el elegante Hotel Ohnoya.

Son tantos los entusiastas de LovePlus+ (la mayoría hombres entre sus veintes o treintas) que los promotores del Atami real vieron una oportunidad y lanzaron su campaña en Julio pasado. Cerca de mil quinientos entusiastas de LovePlus+ acudieron al llamado.

Organizados como son, los habitantes de Atami recibieron instrucciones sobre cómo tratar a los recién llegados. Así, por ejemplo, los empleados del Hotel Ohnoya real son instruidos para registrar al jugador de LovePlus+ como si fuera una pareja.

Incluso ha habido jugadores que pagaron una habitación doble (que puede llegar a costar $500 dólares) para llevar su fantasía más lejos.

Una vez establecidos, a los jugadores se les puede ver paseando por Atami, reconociendo lugares ya vistos en el Atami virtual o comiendo unos pasteles especialmente hechos para ellos y sus novias virtuales mientras toquetean la pantalla del Nintendo DS con su stylus.

El japonés tiene la particularidad de interpretar la realidad a partir de una imagen. Admira la foto de la Torre Eiffel más que a la Torre Eiffel misma. Cuando está de turista, ve la realidad a través de la pantalla de la cámara. No es sino hasta llegar a su casa que los cientos de imágenes del viaje tomadas se convierten en la experiencia del viaje (es por eso que el Manga es tan popular en Japón. Las imágenes de sus héroes y heroínas, con sus grandes ojos, su minúscula boca y sus expresiones exageradas de emociones son para ellos tan reales que no les es difícil aceptar una caricatura como algo real).

Pero ni siquiera esto explica el tremendo patetismo que destilan los entusiastas del juego LovePlus+ en la Atami real cuando se registran como pareja en el Hotel Ohnoya, salen a caminar con sus ropas citadinas o comparten pasteles con sus novias de videojuego.

Porque no estamos hablando aquí de personas perturbadas mentalmente. Estamos hablando de hombres jóvenes que perdieron su capacidad de relacionarse con los demás, principalmente con las mujeres. Y lo peor de todo es que este fenómeno no es el único que afecta actualmente a los hombres jóvenes en Japón: también están los chicos come-pasto u hombres herbívoros (soshoku-danshi) de los que hablaré en un próximo post).

Los entusiastas de LovePlus+ son conscientes de su comportamiento inusual. Saben que su relación de “noviazgo” se da entre una persona real (ellos mismos) y una caricatura virtual. El problema aquí es que no les importa. Prefieren el aislamiento social o la burla a intentar superar su incapacidad para relacionarse con los demás.

Después de todo, en LovePlus+ ellos son los que mandan. Quizá tengan una pelea con Manaka, Rinko o Nene, pero en última instancia ellas son criaturas virtuales, no mujeres a las que se pueda herir… ni ser heridos por ellas.

Es muy difícil establecer el grado de culpabilidad de las nuevas tecnologías informáticas y de entretenimiento en la pérdida de la capacidad para relacionarse de los jóvenes japoneses, porque si un juego como LovePlus+ fue posible, es porque sus creadores vieron un nicho de mercado que podía ser cubierto por ellos.

Por otro lado (y esto es lo más seguro) quizá los creadores de LovePlus+ hayan diseñado el juego pensando que éste les serviría a esos jóvenes solitarios como una especie de entrenamiento para establecer una relación real con las mujeres.

De lo que no cabe duda es que Japón —con su estancamiento económico, su población envejecida, su elevado estándar de vida y su manía tecnológica— se ha convertido en un laboratorio donde se lleva a cabo un experimento social cuyos resultados preliminares estamos viendo ahora.

Y créanme, no auguran nada alentador.

9/05/2010

Un baobab en Argentina

Murió Germán Dehesa.

A mí, como a la mayoría (incluso al él mismo) su muerte me tomó por sorpresa. Sin embargo, aún y cuando fue hasta el 25 de Agosto que anunció públicamente que tenía cáncer, en su columna del 9 de Agosto ya nos adelantaba que algo andaba mal.

Como puede verse, yo seguí su columna desde hace muchos años. Pero eso no significa que fuera su fan (mi admiración la reservo para gente como Sergio Sarmiento y Juan Villoro). Lo que me gustaba de Germán Dehesa y que hacía que leyera sus columnas era su amor a la vida y su amor por Jorge Luis Borges, amores ambos que comparto.

Fue precisamente éste último amor el que me llevó a tener mi primer y único contacto con Germán Dehesa. Sucedió que éste viajó a Argentina para seguir los pasos de Borges y escribió un paseo imaginario de Borges por Buenos Aires. En dicho paseo, el escritor llegaba a un parque y se sentaba a la sombra de un baobab.

Días después, Germán Dehesa presentaba una fe de erratas y decía que fue un error de su parte haber confundido un baobab con un simple árbol gomero. Esto sí que no se lo aguanté y le escribí el siguiente correo:

Estimado Germán:

Así que ahora resulta que el baobab era un árbol gomero y que todo fue un "imperdonable error" de su parte. ¿Cómo está eso? (Como diría el inolvidable clavillazo: ¡Nuuunca me haga eso!)

Para la gran mayoría de sus lectores, su viaje a la Argentina no pasó de ser una ocasión más para disfrutar con su divertida prosa. No para mí.

Yo sí sé lo que representó para usted el viajar hasta el fin del mundo (recuerde que estuvo en Ushuaia) para recorrer, en Buenos Aires, invisibles senderos frecuentados por un poeta ciego. También sé lo que lo llevó a buscar la visión de un hombre en una esquina rosada y la mirada de un tigre.

Lo sé porque también yo soy discípulo de Borges. A éste lo descubrí por azar cuando yo tenía unos dieciséis años y visitaba durante las vacaciones de verano la biblioteca del CUM. (Terra ignota, dicho sea de paso, ya que yo pertenecía a las huestes lasallistas en aquellos días).

No recuerdo qué fue lo primero que leí de Borges, pero desde ese momento quedé prendado. Además, sin saberlo, pasé a formar parte de una minoría selecta. Porque hay que reconocerlo: en este país habemos muy pocos borgeanos.

Por ello me alegró bastante el que usted emprendiera un viaje de búsqueda que yo mismo he soñado con realizar algún día. Siempre he disfrutado con sus escritos, pero ahora realmente gocé con su crónica tras los pasos de Borges, sobre todo con "Un viejo pasea", donde menciona al baobab y se reúne con Borges bajo su sombra.

¡Y ahora me sale con que siempre no, que no hay baobab! No se deje confundir por comentarios de gente que no estuvo con usted y que no aman a Borges.

Le diré lo que creo que realmente pasó: En Buenos Aires, usted llegó a un parquecito dedicado a Francisco Mitre y se sentó a la sombra de un baobab. Y este baobab existe porque usted lo produjo. Me explicaré.

Como usted muy bien sabe, Borges nos narra que en Tlön no es infrecuente la duplicación de objetos perdidos. Estos objetos secundarios se llaman "hrönir" y su metódica elaboración ha permitido interrogar y modificar el pasado.

Sin embargo, continúa Borges, existe algo más extraño y puro que todo "hrön" y es el "ur": la cosa producida por sugestión, el objeto elucido por la esperanza.

Pues bien, yo sostengo que fue su devoción por Borges (la cual comparto) lo que le llevó a usted a producir un "ur": el baobab.

Así que para mí, y gracias a usted, Argentina cuenta con un parquecito donde existe un baobab que todavía conserva la sombra de Jorge Luis Borges.

Saludos,

Jaime.

Por supuesto, no esperaba respuesta de parte de Germán Dehesa. Por ello me sorprendí cuando recibí la siguiente respuesta:

Estimado Jaime:

Me conmovió mucho tu correo y te agradezco que "te hayas puesto en mis zapatos". Es muy grato encontrar a una persona que comulga con uno en algo tan entrañable. Gracias, amigo.

Un abrazo,

Germán Dehesa.

Días después, Germán Dehesa escribió una columna en donde devolvía el baobab a su lugar de origen, el parquecito dedicado a Francisco Mitre.

Murió Germán Dehesa. Murió un amigo al que ayudé a replantar un baobab en Buenos Aires, en donde Borges meditaba a su sombra. Lo extrañaré.

9/03/2010

...Ni los hombres de Marte

Entonces Yavé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yavé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada”. (Génesis 2, 21-23)

Desde ahí empezó el problema. Después de poner nombre a todos los animales, al idiota de Adán no se le ocurre algo mejor que también ponerle nombre a la chica que Dios le llevó. ¿Por qué no presentarse simplemente y dejar que la recién llegada dijera su nombre?

¡Ah, no!, el muy torpe tenía que llamarla “mujer, porque del varón ha sido tomada” (nunca me ha quedado claro cómo Adán pudo darse cuenta de ello si estaba dormido), perdiendo así quizá la única oportunidad que tuvieron los hombres de ser vistos por las mujeres de manera diferente.

Porque así como vimos que las mujeres son juzgadas en base a simples mitos, también a los hombres se nos juzga de la misma manera, con el agravante de que al juzgarnos se utiliza muy “mala leche” lo cual, dicho sea de paso, es una especialidad femenina.

El mito más popular sobre el género masculino (cualquier encuesta de oficina lo confirma) es aquel que dice: Todos los hombres son iguales.

En serio. Cuando se reúnen dos o más mujeres y la plática deriva al asunto masculino, la conclusión a la que llegan invariablemente es que todos los hombres somos iguales. Pero no iguales en cuanto al valor o caballerosidad, sino iguales en tanto a que todos somos unos cerdos. La conclusión es tajante: no sólo no existe un hombre que sea mejor que otro, todos somos peores que los demás. Los ejemplos abundan, y cada mujer en particular tiene los suyos.

Admito que como género tenemos comportamientos muy similares, pero eso no es excusa para igualar un hombre en particular a todos los demás hombres.

Otro de los mitos es el que dice que los hombres nunca maduramos. ¡Por supuesto que los hombres maduramos!, sólo que nunca dejamos de comportarnos como niños.

Esto es un misterio para las mujeres, que a partir de los once años comienzan un proceso de maduración acelerada que culmina unos cinco años después, cuando se convierten en las criaturas más aburridas del planeta después de los moluscos.

Por ejemplo, no muestran interés alguno en ver programas como “A prueba de todo” en donde Bear Grylls nos enseña cómo podemos aprovechar el agua que contiene la popó de algún hervívoro para sobrevivir en el Sahara o cómo alimentarse de larvas de gusano para no perecer en la selva amazónica.

Para las mujeres ver esos programas es perder el tiempo. Razonan, con lucidez femenina, que siendo tan remota la posibilidad que nos encontremos algún día extraviados en el desierto del Sahara o en la selva amazónica, no tiene sentido aprender esas cosas. (Y tienen razón, por supuesto. Pero aún así, los hombres nos preguntamos: ¿y qué si algún día me pierdo en algún lugar sin agua o en un ambiente selvático?).

Aquí está la diferencia fundamental de enfoque entre mujeres y hombres (y también es la razón principal por la que entre los exploradores famosos no haya mujeres). Además, ayuda a entender el por qué las mujeres no destacan tanto como los hombres en los ámbitos de los descubrimientos científicos y el desarrollo tecnológico.

No es que los hombres seamos más inteligentes que las mujeres, no. Las mujeres son tanto o más inteligentes que los hombres. Pero eso que ellas interpretan como un comportamiento infantil de los hombres es (aunque usted no lo crea) la clave del progreso humano.

¿A quién si no a un hombre se le ocurriría utilizar un líquido inflamable como la gasolina para impulsar un motor, o saltar de un avión con un pedazo de tela unido por cuerdas a una mochila, o utilizar el veneno más potente conocido en la naturaleza (la toxina botulínica) para evitar arrugas en la cara?

Sólo los hombres son tan infantiles —o tan idiotas— para combinar elementos peligrosos y sentarse “a ver qué sucede”. Para las mujeres, el mundo tal como lo vemos actualmente está completo; para los hombres, es un mundo incompleto que aún no es lo demasiado rápido, lo demasiado amplio ni lo demasiado alto para estar conformes.

Por eso los hombres, por más maduros que seamos, nunca dejamos de ser niños. No es que seamos infantiles, sino que somos inconformistas.

Otro de los mitos populares es aquél que dice que los hombres sólo piensan en sexo. ¡Eso no es verdad! Los hombres no pensamos todo el tiempo en sexo; también pensamos en… en… ¡En otras cosas!

La verdad es que este mito es todo un problema para los hombres, ya que como se tiende a pensar que todos somos iguales, al final quedamos como unos zombis: sin voluntad propia para resistir nuestros más bajos impulsos sexuales.

Por desgracia, hay muchos hombres —quizá demasiados— que se creen a pie juntillas este mito y usan su supuesta “hiper-sexualidad” como excusa para abusar de las mujeres.

Porque realmente los hombres no son más sexuales que las mujeres, sólo varía (otra vez) el enfoque que tenemos ambos del sexo.

Siendo hombre, no soy capaz de expresar aquí lo que el sexo representa para las mujeres, ya que, aunque me he adentrado bastante en la psique femenina, en su mayor parte es aún terra incognita para mí. Sólo puedo decirles que los hombres sí le damos al sexo una mayor importancia que la que se merece.

Con los años, esa importancia empieza a perder sentido ya que, como dicen por ahí, no es lo mismo “Los tres mosqueteros” que “Veinte años después”. Es por eso que, poco antes de llegar a los cincuenta años, esa diferencia tan abismal que parece existir entre hombres y mujeres parece que empieza a cerrarse.

Con la edad, el hombre se da cuenta de que en realidad no es tan diferente a la mujer, y que ambos comparten un camino y un destino tan similar que resulta una tontería considerar las diferencias y no las coincidencias.

Que quede claro: Las mujeres no son de Venus ni los hombres de Marte.

Ambos pertenecen a la Tierra, para bien o para mal.