9/03/2010

...Ni los hombres de Marte

Entonces Yavé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yavé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada”. (Génesis 2, 21-23)

Desde ahí empezó el problema. Después de poner nombre a todos los animales, al idiota de Adán no se le ocurre algo mejor que también ponerle nombre a la chica que Dios le llevó. ¿Por qué no presentarse simplemente y dejar que la recién llegada dijera su nombre?

¡Ah, no!, el muy torpe tenía que llamarla “mujer, porque del varón ha sido tomada” (nunca me ha quedado claro cómo Adán pudo darse cuenta de ello si estaba dormido), perdiendo así quizá la única oportunidad que tuvieron los hombres de ser vistos por las mujeres de manera diferente.

Porque así como vimos que las mujeres son juzgadas en base a simples mitos, también a los hombres se nos juzga de la misma manera, con el agravante de que al juzgarnos se utiliza muy “mala leche” lo cual, dicho sea de paso, es una especialidad femenina.

El mito más popular sobre el género masculino (cualquier encuesta de oficina lo confirma) es aquel que dice: Todos los hombres son iguales.

En serio. Cuando se reúnen dos o más mujeres y la plática deriva al asunto masculino, la conclusión a la que llegan invariablemente es que todos los hombres somos iguales. Pero no iguales en cuanto al valor o caballerosidad, sino iguales en tanto a que todos somos unos cerdos. La conclusión es tajante: no sólo no existe un hombre que sea mejor que otro, todos somos peores que los demás. Los ejemplos abundan, y cada mujer en particular tiene los suyos.

Admito que como género tenemos comportamientos muy similares, pero eso no es excusa para igualar un hombre en particular a todos los demás hombres.

Otro de los mitos es el que dice que los hombres nunca maduramos. ¡Por supuesto que los hombres maduramos!, sólo que nunca dejamos de comportarnos como niños.

Esto es un misterio para las mujeres, que a partir de los once años comienzan un proceso de maduración acelerada que culmina unos cinco años después, cuando se convierten en las criaturas más aburridas del planeta después de los moluscos.

Por ejemplo, no muestran interés alguno en ver programas como “A prueba de todo” en donde Bear Grylls nos enseña cómo podemos aprovechar el agua que contiene la popó de algún hervívoro para sobrevivir en el Sahara o cómo alimentarse de larvas de gusano para no perecer en la selva amazónica.

Para las mujeres ver esos programas es perder el tiempo. Razonan, con lucidez femenina, que siendo tan remota la posibilidad que nos encontremos algún día extraviados en el desierto del Sahara o en la selva amazónica, no tiene sentido aprender esas cosas. (Y tienen razón, por supuesto. Pero aún así, los hombres nos preguntamos: ¿y qué si algún día me pierdo en algún lugar sin agua o en un ambiente selvático?).

Aquí está la diferencia fundamental de enfoque entre mujeres y hombres (y también es la razón principal por la que entre los exploradores famosos no haya mujeres). Además, ayuda a entender el por qué las mujeres no destacan tanto como los hombres en los ámbitos de los descubrimientos científicos y el desarrollo tecnológico.

No es que los hombres seamos más inteligentes que las mujeres, no. Las mujeres son tanto o más inteligentes que los hombres. Pero eso que ellas interpretan como un comportamiento infantil de los hombres es (aunque usted no lo crea) la clave del progreso humano.

¿A quién si no a un hombre se le ocurriría utilizar un líquido inflamable como la gasolina para impulsar un motor, o saltar de un avión con un pedazo de tela unido por cuerdas a una mochila, o utilizar el veneno más potente conocido en la naturaleza (la toxina botulínica) para evitar arrugas en la cara?

Sólo los hombres son tan infantiles —o tan idiotas— para combinar elementos peligrosos y sentarse “a ver qué sucede”. Para las mujeres, el mundo tal como lo vemos actualmente está completo; para los hombres, es un mundo incompleto que aún no es lo demasiado rápido, lo demasiado amplio ni lo demasiado alto para estar conformes.

Por eso los hombres, por más maduros que seamos, nunca dejamos de ser niños. No es que seamos infantiles, sino que somos inconformistas.

Otro de los mitos populares es aquél que dice que los hombres sólo piensan en sexo. ¡Eso no es verdad! Los hombres no pensamos todo el tiempo en sexo; también pensamos en… en… ¡En otras cosas!

La verdad es que este mito es todo un problema para los hombres, ya que como se tiende a pensar que todos somos iguales, al final quedamos como unos zombis: sin voluntad propia para resistir nuestros más bajos impulsos sexuales.

Por desgracia, hay muchos hombres —quizá demasiados— que se creen a pie juntillas este mito y usan su supuesta “hiper-sexualidad” como excusa para abusar de las mujeres.

Porque realmente los hombres no son más sexuales que las mujeres, sólo varía (otra vez) el enfoque que tenemos ambos del sexo.

Siendo hombre, no soy capaz de expresar aquí lo que el sexo representa para las mujeres, ya que, aunque me he adentrado bastante en la psique femenina, en su mayor parte es aún terra incognita para mí. Sólo puedo decirles que los hombres sí le damos al sexo una mayor importancia que la que se merece.

Con los años, esa importancia empieza a perder sentido ya que, como dicen por ahí, no es lo mismo “Los tres mosqueteros” que “Veinte años después”. Es por eso que, poco antes de llegar a los cincuenta años, esa diferencia tan abismal que parece existir entre hombres y mujeres parece que empieza a cerrarse.

Con la edad, el hombre se da cuenta de que en realidad no es tan diferente a la mujer, y que ambos comparten un camino y un destino tan similar que resulta una tontería considerar las diferencias y no las coincidencias.

Que quede claro: Las mujeres no son de Venus ni los hombres de Marte.

Ambos pertenecen a la Tierra, para bien o para mal.

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