9/23/2010

La planta diabólica

Recientemente una aduana fronteriza fue cerrada por los policías fiscales que la operaban, ya que las mafias del crimen organizado decidieron cerrarla por así convenir a sus intereses. Los policías fiscales no sólo abandonaron sus puestos, sino que huyeron a los Estados Unidos, luego de que uno de los policías recibió un mensaje que decía: “Ayer vi el juego de futbol de tu hija”…

Ciertas zonas de la frontera están bajo sitio del crimen organizado, donde hombres armados lo controlan todo, la policía no se atreve ni a entrar y las incursiones del ejército han desatado verdaderas batallas e incluso disturbios…

Según la última estimación del Gobierno Federal,  en el 2010 se han sumado 75 bandas al tráfico ilícito, lo cual representa un 42% de incremento con respecto al año pasado. Esto se explica porque este negocio ilícito les deja a los criminales unos 3 mil millones de dólares anuales…

No muchos lectores de estas crónicas han llegado hasta este punto, ya que los tres párrafos anteriores no les cuentan nada nuevo. En el mejor de los casos, esas noticias los hacen enojar; en el peor de los casos, les resultan indiferentes.

Sin embargo, quizá no hubieran dejado de leer si supieran que esas noticias no se refieren a México: ni a su crimen organizado ni a su Gobierno Federal ni a su tráfico de marihuana.

Esas noticias se refieren a lo que está sucediendo actualmente en la frontera de Canadá en las zonas “autónomas” correspondientes a las reservas indias —entre ellas la Mohawk Kahnawake, en Québec—, y el tráfico ilícito es de… tabaco.

Lo peor de todo es que ese tráfico ilícito es resultado de malas políticas gubernamentales canadienses, derivadas a su vez de la fanática demonización del tabaco. Utilizando a los impuestos como una forma de reducir el consumo de tabaco, el precio por cajetilla rebasó el llamado “punto de inflexión”, después del cual resulta más atractivo para el consumidor recurrir al mercado negro controlado por el crimen organizado que comprar en el mercado formal y lícito.
Algunos mexicanos ingenuos podrían pensar que el problema sólo es de los canadienses, que a nosotros no nos afecta. Después de todo, en México el problema son la marihuana y otras drogas, no el tabaco.

Pues sí, nos afecta. Y mucho. Aquí en México se está recrudeciendo la demonización del tabaco. Están por salir las nuevas cajetillas con fotografías “gore” destinadas a fomentar el miedo a fumar y se está cocinando una ley que incrementaría de manera importante el impuesto al tabaco, algo muy similar a lo que ocurrió en Canadá.

Si esta política de incremento impositivo al tabaco nos lleva también al punto de inflexión, será irrelevante el resultado que tenga la legalización de la marihuana el próximo mes de noviembre en California. Aún y cuando fuera aprobada dicha propuesta (lo cual es lo más seguro, a menos que el revivalismo republicano actual logre echarla para atrás) el impacto sobre el crimen organizado en México sería nulo. Simplemente, los narcos cambiarían la marihuana por el tabaco y seguirían como hasta ahora.

Es un hecho que las bondades atribuidas a la marihuana son inversamente proporcionales a los males atribuidos al tabaco. Lo que no queda claro es el porqué.

Me explico: Tenemos dos especies vegetales cuyas hojas se secan y se trituran para ser consumidas en rollos de papel, principalmente por medio de la combustión lenta, lo cual produce humo.

En el caso del tabaco, el humo inhalado es expulsado casi de inmediato; con la marihuana, el humo es inhalado y se retiene en los pulmones, para ser expulsado tiempo después. Se sabe que ambos productos de la combustión son cancerígenos (el del tabaco en mayor medida que el de la marihuana), pero resulta que fumar tabaco causa cáncer y fumar marihuana no. ¿Por qué no se toma en cuenta el tiempo en que el humo se retiene en los pulmones, lo cual a fuerza tiene que influir en la incidencia de cáncer?

Otro caso: Se dice que fumar marihuana es menos peligroso para la salud que fumar tabaco o tomar alcohol, como si la marihuana hiciera imposible el combinar sustancias. Uno de los mayores problemas actuales con el consumo de alcohol en los jóvenes es que está de moda el mezclar el alcohol con bebidas “energizantes” como el Red Bull. ¿A poco el que fuma marihuana no puede consumir alcohol simultáneamente? ¿Quien fuma marihuana no puede ser fumador de tabaco también? (Es más, los fumadores de tabaco llevan ventaja sobre los no fumadores a la hora de fumar marihuana, ya que están acostumbrados a inhalar humo).

Y hablando de humo: El caso del mito del “humo de segunda mano” (sí, es un mito. Que el General Surgeon de los EUA utilice el argumento homeopático de que “el humo del cigarro es dañino en cualquier cantidad” nos dice todo), que se utiliza para ganar adeptos en la campaña anti-tabaco, ya que es la principal razón para que la gente odie a los fumadores, nos puede llevar en un futuro a lo que he llamado “La paradoja holandesa” y de la cual trato en la segunda parte del post “Los condones de Benedicto y la mota pura o la pura mota el cual les invito a leer para no repetir argumentos.

Mi punto es el siguiente: Se ha exagerado la peligrosidad del tabaco y minimizado la de la marihuana. En ningún momento he afirmado que fumar tabaco sea bueno o saludable. Por supuesto que ninguna sustancia en forma de humo que llegue a los pulmones puede ser buena. Sin embargo, se han gastado miles de millones de dólares en las campañas antitabaco, los cuales pudieron haber sido utilizados de mejor manera en la educación y concientización de los jóvenes acerca de las adicciones del alcohol y de los narcóticos.

Porque con el fin de erradicar el tabaco se ha llegado al extremo de la intolerancia y de la sinrazón. El tabaco se ha vuelto la planta diabólica y los fanáticos luchan por exorcizarla.

¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que hagan lo mismo con la marihuana?

Yo creo que poco.





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