3/20/2009

Los condones de Benedicto y la mota pura o pura mota

No cabe duda: resulta asombrosa la capacidad que tienen las sociedades humanas para auto-engañarse. Ante un problema difícil, lo simplifican al máximo y tarde que temprano dan con la solución… una solución equivocada, por cierto, pero que posee la gran ventaja de que se adapta perfectamente a sus más íntimos deseos. (¿De qué otra manera se explica, por ejemplo, que la sociedad más culta de la tierra en la década de los treinta del siglo pasado haya abrazado una doctrina tan pedestre como la del nacionalsocialismo? Los alemanes elevaron a Hitler no por sus problemas, sino a pesar de éstos).

Dos noticias recientes ilustran el hecho que el auto-engaño de las sociedades sigue tan vivo como siempre: España mandará un millón de condones a África en respuesta a la afirmación del Papa de que los condones fomentan el SIDA y Holanda promulga una ley para protección de los no fumadores que entrará en vigor en Julio próximo.

No creo que el Papa sea infalible (de hecho no creo que nadie sea infalible) pero ante la precipitada respuesta española no me queda otra que darle a Benedicto XVI el beneficio de la duda. Un millón de condones españoles en África tendrán sobre el SIDA el mismo efecto que los miles de millones de dólares de ayuda internacional de las últimas tres décadas han tenido sobre la economía africana: ninguno en absoluto.

El problema está en el condón mismo. Para que un condón sea eficaz es necesario, en primer lugar, usarlo. Pero, además, hay que usarlo adecuadamente. Y las estadísticas de las elevadas tasas de embarazos no deseados y contagios de enfermedades sexuales nos indican que no se hace ni una cosa ni la otra. (Y eso en el “occidente civilizado”, en donde el estar infectado del virus VIH no implica necesariamente una sentencia de muerte, como hace algunos años. En los países desarrollados, el SIDA ha pasado a formar parte de las llamadas enfermedades crónicas, como la diabetes).

Así que repartir un millón de condones entre los africanos en el supuesto de quien los recibe aceptará los consejos de prevención del virus VIH y el uso correcto del preservativo es, por decirlo de una manera suave, iluso.

Pregunta: ¿En qué se parece un condón al modelo económico neo-liberal? Respuesta: En que ambos presuponen la racionalidad de los individuos. (La crisis económica global que sufrimos actualmente nos demuestra que este supuesto de racionalidad está ausente).

Y en África, precisamente, hay una ausencia atroz de racionalidad. Es una cuestión cultural. Mientras no se ataquen de raíz los profundos miasmas culturales que mantienen empantanados a los africanos —arcanos “usos y costumbres” y la ignorancia endémica— ese millón de condones españoles caducarán en sus empaques o los ingeniosos africanos les hallarán un uso alterno que les proporcione alguna utilidad. (En la primera guerra del Golfo Pérsico, por ejemplo, los soldados franceses utilizaban los condones para cubrir las bocas de sus fusiles para que no les entrara la arena).

Además, ¿por qué pensar que el millón de condones españoles sea la primera remesa que se manda a África a fin de detener la epidemia de SIDA? ¿Cuántos millones o decenas de millones de condones no se han mandado anteriormente?

Con los elevados costos de los medicamentos para el tratamiento del virus VIH no es necesario ser un genio para darse cuenta que si algo de ayuda médica ha sido mandada a los pobres africanos, ésta les ha llegado en la forma de humildes condones, los cuales han demostrado su ineficacia, sobre todo para contener la epidemia. Y si bien no puede decirse que los condones —como lo afirmó el antipático Benedicto XVI— hayan contribuido a la propagación del virus, la elevada cifra de infectados actuales parece dar la razón al Papa, al menos en parte.

Pero las conciencias españolas están tranquilas, creyendo haber aportado una solución racional a una arenga irracional. Es el triunfo de lo “políticamente correcto” sobre el mundo real.

Este tipo de “triunfos” sobre la vida real se está volviendo algo común en nuestros días.

El ejemplo más destacado es el del gobierno holandés el cual, al promulgar su ley de defensa a los no fumadores (ley que prohíbe fumar en lugares públicos, como bares y restaurantes) que entra en vigor el próximo mes de Julio, se olvidó tomar en cuenta a los “coffee shops”, que son aquellos sitios en donde es legal la venta y el consumo de marihuana y hachís.

Las quejas no se hicieron esperar, ya que dentro de los coffee shops no sólo se compra, sino también se consume la marihuana.

La solución que encontró el gobierno holandés es tan sencilla como absurda: puedes fumar marihuana dentro de un coffee shop siempre y cuando sea marihuana pura, o sea, que no esté mezclada con tabaco.

En otras palabras, el humo de “segunda mano” es dañino para los no fumadores cuando es humo de tabaco solamente. El humo de la marihuana es por completo inocuo.

Este absurdo argumento nos muestra que la satanización de la que ha sido objeto el tabaco ha llegado a niveles verdaderamente alarmantes. No contentos con establecer prohibiciones basadas mayormente en lo molesto y apestoso del humo del tabaco y no en la ciencia, ahora utilizan argumentos que carecen no sólo de base científica, sino lógica.

Además, pone en evidencia la profunda hipocresía de los gobiernos “políticamente correctos”, la cual impide atacar de fondo un problema grave —este sí— como es el del narcotráfico.

Porque acciones como la del gobierno holandés ponen en entredicho la eficacia de la política de legalización de una droga “suave” como la marihuana. (Eso de droga “suave” es un decir. En los años 70’s del siglo pasado esto pudo ser cierto, pero desde hace 25 años un grupo de emprendedores holandeses decidieron abandonar el cultivo de marihuana en las casas particulares y hacer uso de laboratorios y colegios agrícolas, con lo cual lograron incrementar el monto del ingrediente activo THC —tetrahydrocannabinol— en sus plantas de un promedio del 4% al 9% por ciento a alrededor de un 18 %. Algunas cepas incluso han alcanzado un 30%).

¿Qué sentido tiene legalizar el uso de una droga “suave” como la marihuana si al mismo tiempo restringes el uso del tabaco? ¿Acaso el mensaje es que dejes de fumar tabaco y cambies a la marihuana? ¿Qué el tabaco es malo y la marihuana buena?

Y si así se las gasta el gobierno holandés, no quiero ni imaginarme lo que harían nuestros políticos en México si algún día se llevara a cabo la legalización de la marihuana que proponían Zedillo et al. como solución al problema del narcotráfico.

Tiemblo.



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