6/24/2010

La cuadratura del círculo: México y el 5° partido

La idea del tiempo cíclico está profundamente arraigada en la psique del mexicano. Nada lo convence de aceptar esa otra idea —prevaleciente en el siglo diecinueve, principalmente en humanistas y socialistas— del tiempo lineal.

Y no es culpa suya. La realidad ha sido la encargada de grabar con fuego en cada mexicano la idea de que el tiempo no se encamina de forma inexorable hacia un futuro distante, sino que dicho tiempo llega hasta un cierto momento y, más que terminar, inicia de nuevo un ciclo.

Los aztecas hablaban de cuatro soles (edades) que habían precedido al actual, cada uno de los cuales terminaba con grandes catástrofes naturales. Los mayas tenían su “cuenta larga” (que termina, irónicamente, el día de mi cumpleaños en 2012).

Después vinieron los ciclos de 100 años: Independencia (1810) y Revolución (1910). En este año del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución, muchos en México se preguntan si no está cercano el final-inicio de un ciclo.

El mexicano actual ha creado una cosmogonía acorde a su realidad cotidiana y la duración de sus ciclos son más reducidos, de cuatro y seis años. El primero se refiere al torneo de la Copa del Mundo. El segundo es por el cambio sexenal del poder ejecutivo (curiosamente también es en 2012).

El que me interesa comentar aquí es el primero de estos ciclos, que parece estar llegando a su fin después de la derrota en Sudáfrica 1-0 del equipo mexicano ante Uruguay. Si los antiguos aztecas hablaban de un “quinto Sol”, el mexicano actual habla de un “quinto partido”.

Y en este caso la catástrofe natural que marcaba el ciclo azteca se presenta en la forma de la selección nacional argentina.

El próximo domingo, México se enfrenta a Argentina. Y cada mexicano se enfrenta al final de un ciclo. Hay que ser mexicano para comprender esa angustia existencial que se presenta antes de que el ciclo llegue a su final-inicio.

La sensación de deja-vú es abrumadora: en el 2006, durante la Copa Mundial en Alemania, fue precisamente Argentina quien sacó del torneo a México. En el cuarto partido. Fin del ciclo. Comienzo del ciclo.

Aún cuando el mexicano sabe que es otra la sede mundialista y que son otros los jugadores, la sensación de que la historia se repite es inquietante. Porque lo que se vive actualmente en estos días previos al partido ya ocurrió anteriormente.

La misma emoción del primer encuentro se tornó en euforia en el segundo y en cautela en el tercero. Si el tiempo fuera lineal, México podría haber empatado o (¿por qué no?) ganado al equipo de Uruguay, impidiendo así el enfrentarse a Argentina en el cuarto partido.

Pero, no. México tiene que enfrentarse a Argentina porque el tiempo es circular. México tiene que perder el partido porque así lo marca la regla inmutable: los ciclos terminan con una catástrofe. (Si el mexicano es percibido en el mundo como un pueblo supersticioso, que anda siempre en busca de un mañana con soluciones mágicas, es precisamente por este tipo de eventos en los cuales la realidad y la ficción se mezclan. México es el país surrealista por excelencia).

Ahora bien, ¿qué tan cierto es esto? ¿Realmente en México el tiempo es circular? ¿No hay alguna manera de romper con la sucesión infinita de círculos temporales?

Una primera aproximación es consignar los hechos: Hoy por hoy, la selección de Argentina es la que ha mostrado el mejor juego, tiene entre sus filas a varios de los mejores jugadores de futbol del mundo, ya ha sido campeón en un mundial y sin lugar a dudas es superior, no sólo a México, sino a otros participantes del torneo.

Sólo los niños y los optimistas inveterados predicen el triunfo de México sobre Argentina y el pase al famoso, y hasta ahora inalcanzable, “quinto partido”. Así que se puede llegar a decir que, efectivamente, en México el tiempo es circular.

Pero (y esto es ignorado por muchos fuera de México), los mexicanos sabemos que existe una fórmula probada para alterar el tiempo. Los aztecas la utilizaron con buenos resultados, aunque en su caso no se trataba de alterar el ciclo temporal, sino de perpetuarlo.

Como los aztecas creían en un tiempo circular, y que cada ciclo duraba 52 años, ofrecían a los dioses sacrificios humanos para que el tiempo no llegara a su fin al término del ciclo, sino que iniciara un nuevo ciclo que les daría otros 52 años de tranquilidad. (Los españoles fueron los primeros en comprobar que el sistema funcionaba, ya que de no haber sido así, no hubieran encontrado a nadie vivo).

Claro que ahora, en pleno siglo veintiuno, el sacrificio de seres humanos para alterar ciclos temporales está fuera de toda lógica, por lo cual, a fin de que el equipo de México le gane a la selección de Argentina, sólo se puede recurrir a señalar lo siguiente: que si bien el triunfo de México sobre Argentina es improbable, no es imposible.

Pero esperen… ha sido tanta la frustración por nunca llegar al quinto partido, que quizá esa sea la explicación de por qué el Gobierno (decidido a emular a los antiguos aztecas y alterar el tiempo circular) le haya declarado la “guerra” al narco al inicio del ciclo en 2006.

Hasta la fecha, 25,000 sacrificios humanos no es una cifra nada desdeñable para romper el ciclo y permitir a la selección mexicana jugar su quinto partido.

¿Funionará de nuevo? Eso lo sabremos el próximo domingo.

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