4/25/2010

Shakira va a terapia o La sonrisa del terapeuta

En el cuento "Conversaciones con Helmholtz" Woody Allen nos presenta fragmentos de las entrevistas que tuvo con el doctor Helmholtz su estudiante y discípulo Fears Hoffnung. El doctor Helmholtz fue un pionero del psicoanálisis y contemporáneo de Freud, cuya mayor fama se debe, nos dice Woody Allen, a sus investigaciones en el comportamiento humano en las que probó que la muerte es una característica congénita.

Cuando Hoffnung y Helmholzt hablan acerca del psicoanálisis contemporáneo (al que éste último considera un mito mantenido con vida por la industria del sofá) el famoso psiquiatra se queja: ¡Estos analistas modernos! ¡Cobran fortunas! En mis tiempos, por cinco marcos, el mismo Freud te trataba. Por diez marcos, te trataba y te planchaba incluso los pantalones. Por quince marcos, Freud permitía que lo trataras a él y eso incluía una invitación a comer… ¡Y con lo que dura un tratamiento! ¡Dos años! ¡Cinco años! Si uno de nosotros no podía curar a un paciente en seis meses, le devolvíamos el dinero, lo llevábamos a ver una revista musical y le regalábamos un plato de caoba para frutas o un juego de cuchillos de acero inoxidable. Recuerdo que siempre se podía saber con qué pacientes había fracasado Jung porque les regalaba grandes osos de peluche”.

Este cuento me vino a la mente cuando me enteré que a finales de marzo pasado la cantante Shakira concedió una entrevista al suplemento semanal del periódico News of the World.

En dicha entrevista, Shakira confesó que había estado acudiendo a terapia desde el 2001 ya que sufre de baja autoestima y no estaba nada contenta con su cuerpo, por lo que le costaba mucho aceptarse tal y como era.

"Desde los 20 a los 30 me pasé más tiempo preocupada por lo que no tenía que por lo que tenía. Deseaba ser más alta, tener piernas más largas, caderas más estrechas, un trasero más pequeño e incluso el pelo más liso", confesó la artista colombiana y añadió: "Mi terapeuta me ha enseñado porqué me comporto de determinada forma y a no sentirme tan presionada. Es increíble lo liberador que resulta estar una hora hablando con alguien sin importarte la imagen que estás dando”.

La reacción de la gente ante dichas declaraciones fue el de echar pestes contra Shakira por quejarse de su cuerpo, cuando millones de mujeres en todo el mundo darían cualquier cosa por tener un cuerpo como el suyo. Mi reacción, como dije, fue acordarme del cuento de Woody Allen, ya que mi atención se centró no en Shakira (quien estaba en todo su derecho de buscar la ayuda que creía necesitar) sino en su terapeuta porque, una de dos: o este es una completa nulidad como terapeuta o es un pillo consumado.

¡Nueve años de terapia! Nueve largos años sólo para decirle a su paciente Shakira el porqué ésta se comportaba de determinada forma y para enseñarle a no sentirse tan presionada.

Aunque no tengo bases para juzgar al terapeuta de Shakira, ya que ni siquiera conozco su sexo, su desempeño profesional me parece fatal.

Shakira confesó haberse sentido liberada por estar hablando una hora “con alguien a quien no le importaba la imagen que estaba dando en ese momento”. ¡Por supuesto que a su terapeuta no le importaba su imagen, si ni siquiera le importaba Shakira!

Lo único importante para ese terapeuta de pacotilla era intentar mantener durante el mayor tiempo posible el estado de vulnerabilidad de Shakira, a fin de que ésta regresara una y otra vez para sentirse “liberada” después de una hora de terapia.

De que el terapeuta de Shakira consiguió su propósito no hay ninguna duda: nueve años de terapia así lo confirman. Lo que no me queda claro es el porqué Shakira buscó un terapeuta para ayudarla a superar su problema de autoestima.

Lo más seguro es que su decisión se haya visto influida por el ambiente en donde se mueve Sahkira, el extraño mundo de la “farándula”.

La “farándula”, también llamada “mundo del espectáculo está habitado por seres humanos que interactúan de forma diferente que el resto de los mortales. Aún y cuando intentan transmitir la idea de que son personas comunes y corrientes, el ambiente altamente competitivo y cargado de apariencias en el que viven se encarga de dar al traste con esta idea.

Porque las personas comunes y corrientes, cuando se encuentran con un problema de baja autoestima como el que aqueja a Shakira, sólo utilizarán a un terapeuta como un último recurso desesperado. Primero buscarán ayuda en otras personas comunes y corrientes como ellas mismas (amigos y parientes) y sólo si esto no funciona se acercarán a un terapeuta.

A los artistas, por el contrario, ni siquiera les pasa por la cabeza que sus amigos o parientes los pudieran ayudar. Primero, porque sienten que sus amigos verdaderos, si es que alguna vez los tuvieron, ya se quedaron atrás, en sus vidas anteriores como personas comunes y corrientes. En segundo lugar, sienten que sus parientes, en la mayoría de los casos, no los comprenden. Por último, los estratosféricos ingresos que reciben los convencen del sofisma que el dinero todo lo puede comprar, incluso la salud mental.

Así que acuden a un terapeuta. O a un astrólogo. O a cualquier otro charlatán que cuente con el prestigio suficiente en la comunidad artística. Y los hay por miles.

No me malinterpreten. No estoy en contra de los terapeutas. Hay muchísimas personas que necesitan sus servicios profesionales, ya sean artistas o personas comunes y corrientes. Y también hay terapeutas profesionales que realmente curan a sus pacientes.

Pero son los menos. La gran mayoría de los terapeutas pertenecen a la misma categoría que el terapeuta de Shakira: son profesionales de la manipulación.

Porque admitámoslo: Shakira no necesitaba terapia. Ninguna persona que sufriera de baja autoestima sería capaz de salir a un escenario a cantar delante de de miles de personas, exhibiendo ante ellos un cuerpo que consideraba feo.

Si Shakira ahora que está en sus 30 se siente “muy feliz de ser quien soy, contenta con el cuerpo que Dios me ha dado”, según señaló en la entrevista, esto se debe al “trabajo duro” y “dietas especiales” que ha hecho por sí misma, y no a su terapeuta.

Para mí, lo que el terapeuta de Shakira debe de hacer es disculparse con ella y regalarle un enorme oso de peluche.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario