4/28/2010

Pederastas en pantalones cortos

Un fantasma recorre el mundo, el fantasma de la pederastia… Estoy seguro que con leer esta frase introductoria ya perdí al 90% de mis lectores potenciales, los cuales ya están más que hartos de leer acerca del tema.

Si ya leíste el primer párrafo y continúas leyendo, eso quiere decir que eres una persona inteligente, que entiende que estas crónicas utilizan su propia temporalidad y no se limitan a lo inmediato, ya que para esto existen los diarios.

Y hay asuntos que no deben ser olvidados, como es el caso de la pederastia.

Como todos sabemos, el tema de la pederastia ha ocupado los titulares en los medios en los últimos meses, después de que la doble vida del padre Marcial Maciel —fundador de los Legionarios de Cristo— se diera a conocer y destapara una profunda cloaca en la Iglesia Católica, no sólo en México sino a nivel mundial.

Todas las voces se unieron. Toda la ira, justificada, se concentró en repudiar a la Iglesia Católica por el encubrimiento de sacerdotes pederastas durante muchos años.

No voy a repetir aquí las opiniones de repudio que el caso suscitó. Tampoco las disculpas timoratas y muchas veces sin sentido de la Iglesia Católica. Mucho menos alzar mi voz para defenderla.

Lo que quiero señalar es que mientras la Iglesia Católica estaba bajo ataque, otra institución estaba siendo juzgada por las mismas razones. Y, ¿saben qué? Nadie dijo nada.

Yo mismo me enteré casi por casualidad, cuando me topé con un artículo* escondido entre las páginas de Time.com. Ahí se hablaba de un juicio de pederastia que estaba teniendo lugar contra una prestigiosa institución que este año cumple su primer siglo de existencia.

Dicha institución también estaba siendo acusada de encubrir a pederastas, y de negligencia por mantener más de mil archivos de abusos sexuales (archivos de “perversión” lo llamaron los abogados de la acusación) que no fueron usados para proteger a los niños, sino que los mantuvieron ocultos, en secreto.

Sin embargo, como en este caso los pederastas no vestían sotanas, sino pantalones cortos, a nadie le importó. Lo importante en esos momentos era atacar a la Iglesia Católica. (¡Abajo con el celibato! ¡Que renuncie el Papa! ¡Todos los sacerdotes son pederastas!) Fuera de la Iglesia Católica parecían no existir pederastas. O si existían, debían de ser católicos.

Pero el pasado día 23 de abril un jurado ordenó a los Boy Scouts of America a pagar $18.5 millones de dólares a un hombre que fue abusado sexualmente por un ex líder de grupo en los años ochenta del siglo pasado+. Y no es el primer juicio en su tipo.

Cientos, o quizá miles de niños han sido abusados sexualmente por líderes de autoridad en los Boy Scouts durante sus cien años de existencia. Y eso sólo en los Estados Unidos.

¿Cuántas personas en los Estados Unidos estaban enteradas que se llevaba un juicio contra los Boy Scouts —los habitantes de Portland, Oregon, donde se llevó a cabo el juicio no tienen excusa— mientras maldecían a los jerarcas de la Iglesia Católica? (Dato curioso: el asunto de la pederastia en los Boy Scouts involucra de pasada a la iglesia Mormona).

Un pederasta es un pederasta, no importa si viste sotana, pantalones cortos, largos, ropa militar o está desnudo. Es el colmo de la hipocresía y del cinismo hacer distingos entre pederastas sólo porque estos no pertenecen a tu comunidad, o a tu religión o a tu ideología.

Todos los pederastas, sin excepción, deben de ser condenados. Y no hay que dejar de estar alertas sólo porque ya nos hartamos de oír hablar del tema.

Por último, hay que enseñarles a nuestros niños que no deben de hacer caso a nadie cuando se les pida que hagan algo que implique contacto físico en un lugar fuera de la vista de otros.

No importa si esa persona los amenaza con mandarlos al infierno, reprobarlos en el examen o con dejarlos fuera del círculo junto a la fogata.

Artículos relacionados:

*(www.time.com/time/nation/article/0,8599,1981608,00.html).

+(www.time.com/time/nation/article/0,8599,1984353,00.html).

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