2/04/2007

Termofóbicos, los modernos falsos profetas

Bueno, pues ya se dieron a conocer los primeros detalles del cuarto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) los cuales no me sorprendieron en lo más mínimo: Que el calentamiento global hará que la temperatura de la tierra se incremente entre 1.8 y 4 grados centígrados en los próximos cien años; que dicho aumento en las temperaturas provocará un incremento en el nivel del mar de entre 18 y 59 centímetros a finales del siglo 21 y que el ser humano es el responsable en un 90% del calentamiento global

Estos resultados se sumaron a otros similares obtenidos por varios estudios científicos realizados en los últimos cinco años, entre los que cabe destacar los siguientes:

· El aumento de la temperatura en el siglo XX es de 0.74 grados centígrados, superior a los 0.6 grados del informe inmediato anterior (2001).

· En los últimos 100 años, el nivel del mar ha subido 17 centímetros.

· Entre 1900 y 2005, las lluvias aumentaron en las regiones orientales de América, en Europa septentrional y en Asia central y septentrional, mientras que en el Mediterráneo, el Sahel, el sur de África y partes del sur de Asia se registró un clima más seco.

· Las sequías más intensas y prolongadas se detectaron en áreas más amplias desde 1970, especialmente en los trópicos y sub-trópicos.

Como nota relacionada —pongan atención— se habla de un soborno. Según el diario británico The Guardian, el grupo American Enterprise Institute (AEI), fundado por ExxonMobil y vinculado con la administración del Presidente Bush, ofreció 10 mil dólares a cada uno de los integrantes del IPCC para socavar los resultados del reporte divulgado ayer. Además ofreció el pago por artículos que enfatizan defectos del estudio 2007 y cubrir viáticos y otros gastos adicionales.

Resumiendo: Estamos fritos (o lo estaremos en poco tiempo).

El tema del calentamiento global me ha fascinado desde hace algunos años. Empezó a llamar mi atención en 1992 cuando el entonces senador demócrata Al Gore inició dos audiencias del Congreso durante las cuales intentó intimidar a científicos “disidentes” para que cambiaran sus puntos de vista y apoyaran su alarmismo climático. (Quienes hayan leído anteriormente Crónicas Profanas sabrán que —para mí— el que un político se introduzca en un campo fuera de su radio de acción e inicie una cruzada destinada a salvar a la humanidad es una cuestión que inmediatamente me indica que algo está podrido).

Como acostumbro a hacer cada vez que me enfrento con lo anterior, empecé a leer todo lo relacionado con el cambio climático. Al poco tiempo me sentía como debe de sentirse un niño de siete años ante el proceso de divorcio de sus padres. ¿Quién tiene la razón, papá o mamá?

¿Quién tiene la razón, Al Gore y los científicos que aseguraban que el calentamiento global era causado por el ser humano y que su ambición nos estaba llevando a una extinción anticipada o aquellos pocos científicos que nos decían que Gore y compañía estaban exagerando las cosas?

Lo primero que empezó a inclinar la balanza a favor de los segundos fue la aparición en inglés en 2001 —había sido publicado en Dinamarca en 1998— de un libro intitulado “El Ambientalista Escéptico” del estadístico danés Bjorn Lomborg.

La recepción del libro de parte de la comunidad científica fue vergonzosa, según comenta Michael Crichton en su famosa conferencia “Los Aliens son los causantes del calentamiento global” de 2003 (misma que será traducida en este blog próximamente).

Incluso una revista científica tan prestigiosa como Scientific American lo atacó por once páginas y sólo le permitió defenderse en una página y media. Lomborg dijo que no era espacio suficiente y puso las críticas de su libro en su página web para responderlas en detalle. Scientific American lo amenazó con estar infringiendo derechos de autor e hizo que sacara su defensa de su página web.

A partir de entonces, el tema del calentamiento global comenzó a adquirir un tono cada vez más politizado. La ciencia fue perdiendo terreno. Todo aquello que soportara la alarma era inmediatamente publicado o expuesto en la televisión. Los científicos que sostenían lo contrario fueron tachados —aún lo son— de “herejes” o de estar patrocinados por Grandes Corporaciones Petroleras (¿ven porque les dije que pusieran atención a la nota relacionada con el Informe del IPCC?).

Cuando el calentamiento global dejó definitivamente de ser un asunto científico y se convirtió en un asunto netamente político fue a partir de la firma del famoso Protocolo de Kioto. Los gobiernos firmantes pactaron reducir en un 5,2% de media las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles de 1990. El acuerdo entró en vigor en febrero 2005, con la ratificación por parte de Rusia en noviembre 2004, después de conseguir que la Unión Europea pagara la reconversión industrial, así como la modernización de sus instalaciones, en especial las petroleras. Se estableció que el compromiso sería de obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2.

Además del cumplimiento que estos países hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero se promovió también la generación de un desarrollo sostenible, de tal manera que se utilicen también energías no convencionales y así disminuir el calentamiento global.

El gobierno de Estados Unidos firmó el acuerdo pero no lo ratificó (ni Bill Clinton ni George W. Bush) por lo que su adhesión sólo fue simbólica hasta el año 2001 en el cual el gobierno de Bush se retiró del protocolo, no porque no compartiese su idea de fondo de reducir las emisiones, sino porque consideró que la aplicación del Protocolo era ineficiente e injusta al involucrar sólo a los países industrializados y excluir de las restricciones a algunos de los mayores emisores de gases en vías de desarrollo (China e India en particular), lo cual consideraba que perjudicaría gravemente la economía estadounidense.

No hace falta ser un genio para entender el por qué el asunto se politizó. Como en muchos otros temas sociales (pobreza, globalización) los malos de la película son los Países Desarrollados, y en especial los Estados Unidos.

Yo, como es obvio a estas alturas, estoy convencido que este asunto del calentamiento global está siendo exagerado con fines políticos. En otras palabras, no creo que lo del calentamiento global sea algo real, o tan grave que no podamos resolverlo.

Para que no se me acuse de herejía —o de imponer mis puntos de vista a otros, como dice mi hermana Rebeca— a continuación enumeraré sólo dos ejemplos que parecen confirmar mi postura.

El primero de ellos se refiere a un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) divulgado en noviembre 2006 del que ningún ambientalista hizo algún comentario, por razones que resultan obvias: aquí el malo de la película no es solamente Estados Unidos.

Según el estudio, el sector ganadero es uno de los principales responsables del efecto invernadero en el mundo y resulta más nocivo que el sector del transporte. "El sector ganadero genera más gases de efecto invernadero, los cuales al ser medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2) son más altos que los del sector del transporte". La ganadería no sólo amenaza al medio ambiente sino que también es una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos, sostiene la organización internacional.

"El sector ganadero es responsable del 9 por ciento del CO2 procedente de la actividades humanas, pero produce un porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales. Genera el 65 por ciento del óxido nitroso de origen humano, que tiene 296 veces el Potencial de Calentamiento Global (GWP, por sus siglas en inglés) del CO2. La mayor parte de este gas procede del estiércol”.

“La ganadería es responsable también del 37 por ciento de todo el metano producido por la actividad humana (23 más veces más perjudicial que el CO2), el cual se origina en su mayor parte en el sistema digestivo de los rumiantes", precisa la entidad. Genera igualmente un 64 por ciento de amoniaco, que contribuye de forma significativa a la lluvia ácida". El informe explica que la ganadería utiliza hoy en día el 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta, que en su mayor parte son pastizales, pero que ocupa también un 33 por ciento de toda la superficie cultivable, destinada a producir forraje”.
"La tala de bosques para crear pastos es una de las principales causas de la deforestación, en especial en Latinoamérica, donde por ejemplo el 70 por ciento de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han dedicado a pastizales".
”El sector pecuario es el medio de subsistencia para mil 300 millones de personas en el mundo y supone el 40 por ciento de la producción agrícola mundial. Para muchos campesinos pobres en los países en desarrollo, el ganado es también una fuente de energía como fuerza de tiro y una fuente esencial de fertilizante orgánico para las cosechas”.
Y dicho estudio sólo toma en cuenta al ganado llamémoslo “domesticado”. Pero, ¿qué hay de los millones de rumiantes y herbívoros que andan sueltos por ahí en estado salvaje, en planicies de todo el mundo, pero principalmente en África? Me refiero a los Ñús, antílopes, jirafas, rinocerontes, hipopótamos, etcétera.

Creo que si tomáramos a dicho grupo “salvaje”, el impacto medioambiental de estos animales supera con mucho al impacto directo del ser humano con su agnadería.

El otro ejemplo se refiere a otro estudio científico, esta vez de la Organización Terra, que es una de las principales organizaciones ambientalistas a nivel mundial, y se refiere a la utilización de leña como combustible.

Según dicho estudio, alrededor del 50% de los 3,200 millones de toneladas de madera recogidas en todo el planeta se quema como combustible. En algunos lugares esta proporción llega a las cuatro quintas partes.

Las mujeres y los niños son los principales recolectores de leña como combustible para cocinar, la cual representa el 80% de la energía consumida en los hogares de los países en vías de desarrollo (un 40% en Latinoamérica, un 60% en África y un 80% en Asia). Las mujeres dedican entre1 y 5 horas al suministro de leña.

En Haití, señala el estudio, el 98% de los árboles han sido talados para hacer fuego y cocinar; en Burkina Faso, el 90%. Una comunidad rural tipo de un país no desarrollado destina el 89% del consumo energético a la cocción de alimentos. Para la cocción se utiliza esencialmente leña, restos forestales y de los cultivos, excrementos y otros. Curiosamente, en muchos de estos lugares la radiación solar es muy elevada, del orden de los 5.5 kWh/m2.

Cerca de 2,000 millones de personas están afectadas por la denominada crisis de la leña. El déficit mundial es de 1,000 millones de metros cúbicos al año. Como término medio, se calcula que el consumo por persona es de unos 22 kgs. de leña al año (0.5 m3) pero esta cifra varía según los países. El estudio pone el ejemplo de Nepal, con una superficie forestal del 37% de su territorio, la cual disminuye en unas 100,000 hectáreas por año (la reforestación no supera las 20,000 hectáreas por año).

El consumo de estos 1,000 millones de m3 de leña para cocinar produce unas emisiones en la atmósfera de unos 825 millones de toneladas de dióxido de carbono al año (el equivalente al 41% de las emisiones de CO2 de la Unión Europea).

Las consecuencias, concluye el estudio, se traducen en la deforestación de los bosques tropicales, la desertización y erosión de los suelos agrarios, las enfermedades y las alteraciones climáticas.
En resumen, mi posición acerca del calentamiento global es que dicho asunto se ha convertido en un asunto netamente político, que utiliza el alarmismo y la información sesgada para fines ajenos a la solución del problema.

Así que yo les digo: prestemos oídos sordos a todos aquellos falsos profetas que anuncian una inminente catástrofe de proporciones apocalípticas; dejemos a un lado las diferencias ideológicas con su polarización política entre buenos y malos, pobres y ricos; prestemos atención a aquellos científicos que reconocen el problema pero que nos proporcionan informaciones no-alarmistas basados en hechos científicos, no en dogmas políticos. Tan sólo de esta manera, podremos afrontar y resolver el problema.

Recuerden: El ser humano no es el causante del calentamiento global, sino su solución.

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