1/28/2009

El Día de la Marmota

Se acerca el dos de febrero y con éste el Día de la Marmota.

Ese día, mientras aquí los mexicanos celebramos el día de la Candelaria con tamales, en el pueblo de Punxsutawney, Pennsylvania, la gente se acerca a ver a la marmota Phil para ver su comportamiento y predecir así la duración del invierno.

Ambas tradiciones pueden parecerles estúpidas a algunos, pero a mi me gustan. Me gusta comer tamales y el día de la marmota me recuerda la magnífica película de 1993 “Hechizo en el Tiempo” (o Groundhog Day, por su título en inglés).

Si no has visto la película —salen Bill Murray y Andie MacDowell— te la recomiendo. Si ya la viste, entenderás un poco más lo que sigue a continuación.

Y es que de un tiempo para acá siento que el tiempo no avanza, que un mismo día se sucede con otro día idéntico. Siempre hago lo mismo: me levanto a la misma hora, voy y regreso del trabajo a las mismas horas, leo o veo la televisión —sí, los mismos libros y los mismos programas— me acuesto a la misma hora.

Y no sólo eso; si abro el periódico trae las mismas noticias (hoy me pasó algo curioso que me inspiró la presente entrada: al abrir la página de editoriales de El Norte.com me encontré con que eran ¡las mismas del día de ayer! Por algunos minutos, a alguien en El Norte se le pasó actualizar la página), la gente comenta las mismas cosas… las mismas guerras, la misma crisis, los mismos errores.

Me imagino que así debe ser estar encerrado a cadena perpetua, castigo que se me hace miles de veces más cruel que la pena de muerte. No entiendo cómo se considera un triunfo de los derechos humanos cuando a un criminal confeso se le conmuta la pena de muerte por cadena perpetua.

¿Puede haber algo más horrible que eso?

Despertar todos los días en un día idéntico al anterior; la misma celda; los mismos guardias; la misma comida; los mismos pensamientos, una y otra vez. Segundo a segundo, minuto a minuto, hora por hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año… hasta que llega la liberación: la muerte.

Por eso yo como tamales el día de la Candelaria y, si puedo, veo de nuevo Hechizo en el tiempo. Disfruto de la vida al máximo y las repeticiones ocasionales como la que atravieso en estos momentos me recuerdan en que dentro de mí está la capacidad de poder romper el hechizo del día de la marmota.

Nos vemos de nuevo el tres de febrero.

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