9/04/2007

Ucronías

¿Has llegado al aburrimiento? ¿A hartarte de cuentos chinos, reformas fiscales, narcos, visiones apocalípticas, chismes de la farándula y políticos de pacotilla?

¿Quieres encontrar un entretenimiento que atraiga a tu intelecto y te diga más de ti y del mundo que te rodea que más de cien años de navegar en la red?

Prueba la ucronía.

Según nos dice el diccionario, ucronía es la reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuesto acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder.

En otras palabras, utilizar el famoso e inquietante ¿y si…? Las posibilidades que ofrece dicho cuestionamiento son, si no infinitas, sí al menos las suficientes para arrojar una nueva luz sobre los acontecimientos históricos presentes, lo cual permite observarlos desde una perspectiva diferente.

El término ucronía fue acuñado por el filósofo positivista francés Renouvier en 1836 y éste lo definió como “la utopía en el tiempo". A la ucronía también se le considera un subgénero de la ciencia ficción (se le llama novela histórica alternativa o historia contrafactual) y no es muy bien vista —más bien, la odian— los estudiosos serios de la Historia.

La causa es sencilla: en la ucronía, vez de hechos se utilizan especulaciones. Y esto la convierte en una suerte de engaño.

Sin embargo, sabemos que no todos los historiadores son objetivos. Aún y cuando dicen basarse en los hechos para sus reconstrucciones históricas, muchos de éstos hechos son escogidos para que cuadren con la tesis del historiador, en tanto otros hechos —quizá iguales en importancia— son omitidos o soslayados.

Esto es muy común en los llamados historiadores “oficiales” (que relatan los hechos según favorezcan al régimen) o en aquellos que reconstruyen la historia de su propia nación. Por ello la antigua frase: El vencedor es quien escribe la historia.

Sin embargo, yo estoy de lado de los historiadores serios (no “oficiales” o nacionalistas) y apoyo a los hechos. Es por eso que propongo a la ucronía no como una manera de contradecir la Historia, sino como una forma de entretenimiento intelectual.

Pero para que de este entretenimiento resulte una buena ucronía y no sólo un engaño o mistificación es necesario tener en cuenta ciertos conceptos.

En primer lugar, debe de tratarse de una reconstrucción lógica. Esto es, carente no sólo de prejuicios, sino de deseos.

Porque la ucronía no debe ser la historia como nos gustaría que fuera, sino la historia que resultaría si se hubieran presentado las cosas de otra manera.

Por ejemplo, si elaboramos una ucronía partiendo del hecho de que Hernán Cortés hubiera sido derrotado completamente por los aztecas, ¿con qué nos quedamos? ¿Con los indígenas mexicanos libres del yugo extranjero? ¿Con 400 años sin explotación europea, lo cual hubiera permitido a los antiguos mexicanos alcanzar un grado de civilización extraordinario?

Discurrir de esa manera es un absurdo ya que, para empezar, los diversos pueblos que habitaban el México antiguo estaban lejos de vivir una existencia idílica, como muchos les atribuyen ingenuamente. Los propios aztecas eran un pueblo guerrero e imperialista, con una visión del mundo que requería de sangre y riquezas para afianzar su poder y extender el terror. (Para Cortés y sus hombres hubiera sido imposible la conquista de México solos, sin la ayuda de miles de vasallos de los aztecas que estaba hartos de pagar tributos y proveer prisioneros para los sacrificios a los insaciables dioses aztecas).

Por otro lado, el haber derrotado los aztecas a los españoles durante la conquista no puede tomarse como un hecho aislado, ya en todo el mundo tenían lugar otros acontecimientos que tarde que temprano llevarían a los antiguos mexicanos a enfrentar a otro enemigo europeo: Quizá portugueses o ingleses.

Así que una mejor ucronía —o al menos más “real”— sería el preguntarnos: ¿Qué hubiera ocurrido si en lugar de los españoles hubieran sido los ingleses quienes nos conquistaran?

Otro error que puede llevar a una ucronía malograda es considerar como “claves” ciertos hechos históricos que no tienen una mayor trascendencia. Un ejemplo de ello es la muerte de la princesa Diana acaecida hace casi exactamente diez años.

¿Qué hubiera pasado si el 31 de agosto de 1997 Diana Spencer, princesa de Gales, no hubiera fallecido en un accidente de coche? Nada.

Con esto no quiero decir que todo hubiera seguido igual. Quizá el príncipe Carlos hubiera dimitido a su cargo de príncipe heredero (lo que considero muy poco probable) o quizá Diana fuera la que se viera obligada a abandonar la escena. En cualquier caso, la historia del mundo hubiera seguido el rumbo que ha seguido hasta nuestros días, con Diana o sin ella.

El caso opuesto lo encontramos en los acontecimientos que tuvieron lugar la mañana del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. De aquí sí surge una ucronía con enormes repercusiones mundiales a partir de ese día trágico. ¿Qué hubiera pasado si el FBI o la CIA o Bruce Willis hubieran impedido los ataques a las torres gemelas del World Trade Center?... ¿Interesante, no es cierto?

Otras de las claves para conseguir una buena ucronía es escoger algunos hechos históricos contemporáneos en vez de irse muy atrás en la historia. Además, es más divertido, ya que muchos de los hechos históricos recientes o incluso presentes los tenemos frente a nosotros.

Ahí les va algo interesante para desarrollar una ucronía: Es la madrugada del 3 de Julio de 2006 y los resultados preliminares del conteo rápido del IFE dan una ventaja de medio punto porcentual a Andrés Manuel López Obrador sobre Felipe Calderón, lo cual lo hace el virtual ganador de la contienda presidencial…

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